El incienso cubría con su hediondez
Las líneas curvas del cuerpo muerto,
Expandiendo por la estancia
El aroma fétido de su descomposición.
Tres días llevaba muerto…
Esperando su santo sepulcro,
¡Y nadie oraba por él!
Olvidado y triste por su falta de fe.
Quién lo conoció y sabía de él,
Sabía lo poco que su existencia,
Importó a nadie…
Nadie llorará su muerte;
¡Nadie recordará un día, que murió!.
Su vida vivió en penitencia,
Por algo que nunca pudo ignorar,
Nació fruto de la ignominia
Y murió ignominiado e ignorado.
ESTÁS LEYENDO
Mís sueños serán mí presente
PoetryCuando se habla con el corazón, todos los corazones te escuchan.