Capitulo [2]

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2. Andrea Thofman.

Calvo me vio con desdén mientras me dirigía a la última silla de la última fila, cuando me senté lo volví a ver porque creí que me seguía mirando, pero él ya no lo hacia, sin embargo, seguía sintiendo una mirada sobre mi.

A mi izquierda se encontraba un chico alto, cabello castaño medio rubio, él me estaba viendo fijamente.

— Hola. —Saludé a Sean con una pequeña sonrisa.

— ¿Cómo sigues del golpe, Ali? —sonrió— Por cierto, tienes azul la mano. —señaló aguantando una burlesca risa.

Al instante miré mi mano y efectivamente estaba azul, al parecer era tinta de lápiz.

¡Que vergüenza! ¿Desde hace cuanto la ando manchada?

No sabía que decir, él me ponía nerviosa. Y encima me pasaba esto. ¿No podía ser una simple chica delicada y aseada con sus cosas?

Ahora el chico que me gusta seguro piensa que soy una chancha, ¡Dios!

Le dediqué una sonrisa apenada mientras me encogía de hombros y me levantaba del asiento. Al pedirle permiso al profesor tuve que rogarle, suplicarle y hasta llorarle que me dejara ir a lavarme las manos, todo un show solo porque no quería que saliera del aula, pero finalmente aceptó a regañadientes. Sinceramente, nunca entiendo su mal humor y hasta creo que él es mas caprichoso que yo.

Cuando me estaba quitando el tinte azul de la mano escuché unas voces súper agudas y muy chillonas acercándose. Cuando las reconocí, inmediatamente me fui a esconder en uno de los cubículos del baño. Eran las "populares" del instituto, y era mejor no relacionarse con ellas por lo problemáticas que eran. A veces se comportaban de manera tan vanidosa y egoísta que cuando querían echaban del baño a quien estuviera ahí de la forma más humillante posible, ¡solo porque lo querían para ellas solas!

— ¡Pamela, arréglate ese cabello, por Dios! ¿Cómo puedes andarlo suelto si parece que ni te lo has peinado? —Riño la inconfundible voz de Andrea Thofman: alta, delgada, senos enormes, y toda un puta.

 — Pero, ¡Andrea! Ayer lo vi así en la tele y a la modelo le quedaba estupendo. —replicaba la aludida.

— ¡Pero a ti no Pamela! —se exaltó Andrea— Así que compóntelo, porque te queda mal, claro, si quieres seguir siendo mi amiga. —amenazó Andrea.

Fruncí el seño por lo raro que se comportaban entre ellas mismas.

— Esta bien. —refunfuñó Pamela, y luego se escuchó una tercera voz.

— Bueno Andrea y... que piensas hacer respecto a... ya sabes.

Me pregunto a que se han de referir. Pero cuando Pamela habló se me hizo casi imposible aguantarme la risa.

— ¿Acaso hablas de cómo Sean rechazó a Andrea?

Sonreí genuinamente, me alegraba que Sean fuera diferente a cualquier otro chico.

— Sshh, cállate Pamela, cualquiera te puede oír. —dijo de forma desesperada, luego soltó un suspiro resignado al creer que no había nadie más que ellas en el baño y continuó hablando— Mira Lizzie, soy Andrea Thofman y nadie, escúchame bien nadie me rechaza y Sean, quiera o no me entregará su virginidad, él será mío , no lo dudes. —habló con tanta convicción que hasta me espanté— Luego, lo rechazaré tal como él lo hizo conmigo y le dolerá mucho. —rió un poco— Pobre chico...

Me pregunto, ¿Qué pasara por sus cabezas? ¡Esta mal, eso no se le hace a las personas!

— Estoy de acuerdo, por cierto acuérdense que hoy habrá noche de chicas en mi casa. —vociferó Pamela, es fácil reconocer su voz pues es la mas chillona de todas— Y podríamos hacer un plan para que Sean caiga rendido a tus pies, y se haga un hombre de verdad como mi Ryan. —la escuche reír y cómo daba un aplauso.

Claro, para ellas "hombre" significaba ser alguien que se acuesta con cualquiera que se le ponga en frente , como Ryan, un prostituto igual que Pamela en el instituto. Menuda zorra.

— Sí, esta bien. —suspiró Andrea— Sean Luther, prepárate para ser mío.

Se oyeron risas y segundos después se oyó como la puerta del baño se abría y se cerraba, me subí en el inodoro para ver sobre la puerta del cubículo. Ya se habían ido, así que suspire aliviada de que no se hayan dado cuenta de mi presencia. Al terminar de lavarme la mano salí de ese lugar.

Mientras me dirigía a la sala de detención, solo pensaba en el plan que Andrea idearía esta noche en casa de su "amiga" Pamela para intentar meterse el amiguito de Sean. No podía permitir que eso pasara, y no era solo porque estuviera enamorada de Sean, sino porque era malvado, ellas no podían simplemente jugar con las personas a como se les antojara.

Arruinaría su plan, ¿Cómo lo haría? no lo se. Me puse triste porque no tenia idea de cómo ayudarlo pero estaba decidida y eso era suficiente.

Llegué a detención, y una parte de mi no quería entrar, ya que no podría evitar ver a Sean y en mi cabeza pensar en lo que Andrea y su grupito pensaban hacer con él. Finalmente decidí entrar y aprovechar de su compañía, pues me emocionaba estar con él de nuevo.

— ¡Al fin llegas! —sonrió Sean— Estar aquí apesta ¿no crees? y más cuando no hay nadie con quien hablar. —suspiró mientras se desordenaba el cabello.

Me sentí halagada por su comentario, pero luego recordé un detalle, pues en la sala solamente hay un emo ido en sus pensamientos, otras dos personas más durmiendo y otra perdida en su celular.

— Sí. —reí— me atrase un poco porque... —rayos, ¿ahora qué le digo? Es un hecho que no le voy a decir "Hmm, Andrea Thofman quiere tu pene en su vagina y luego te mandara a la verga".- No se me quitaba el color azul, en realidad se me hizo muy difícil quitármelo. —dije finalmente.

— Ah. —sonrió burlón— ¿Cuánto años tenes? —cambio de tema mientras se hacia para atrás en el asiento.

— 16 y ¿vos? —pensé en que pronto cumpliría 17 y luego 18 y entonces seria mayo de edad al fin.

— 17. —frunció el ceño algo extrañado— ¿Seguro que no te había visto antes? Es decir, tu rostro se me hace familiar pero no se de donde.

— Bueno no se, estudiamos en el mismo lugar... —sonreí sarcásticamente— Tal vez me has visto por los pasillos, no lo se. —me encogí de hombros. O posiblemente me haya notado en la clase de literatura, la única que compartimos.

— No me refiero aquí en realidad.... —se me quedó mirando mientras dejaba la frase en el aire y luego sacudió su cabeza tratando de olvidar algún recuerdo o pensamiento— Olvídalo, Hmm ¿Siempre has vivido aquí?

—  Pues... —me interrumpió calvo.

— Señorita Wells y Señor Luther, ¿Quieren hacer silencio?. Este es un lugar de castigos no un lugar para socializar, además, son lo únicos que están haciendo ruido en esta sala. —nos reprendió.

Y desgraciadamente después de eso, Sean y yo no volvimos a hablar. ¡Gracias profesor! Primera conversación normal, osea sin golpes, ni fracturas de por medio que tengo con el chico que me gusta y usted la corta ¡Bravo!

Cuando terminaron las horas de detención escuché decir un "adiós" a mi lado, me gire rápidamente hacia Sean y vi que este movía su mano mientras se daba vuelta y salía por la puerta principal del salón, por lo que yo solo le devolví el saludo, me levante y me fui a casa, rápidamente pensé en que me sorprendía un poco lo amable y educado que era Sean y sonreí inconscientemente.    

Mientras caminaba se me vino una idea a la mente, una idea relacionada con Andrea y su malévolo plan, así que desvié mi camino y me dirigí a casa de Melisa.


¡Mariscal de campo ViRgEn!Where stories live. Discover now