Capítulo 11.

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 —Gracias, Alexander —le sonreí al hombre que se encontraba parado delante de mí, rejuntando sus respectivas herramientas de trabajo.

Luego de ser partícipe de la acumulación de tensión en el escritorio de Jane, ella logró aparecer unos cuantos minutos después acompañada del técnico, quien sin ningún tipo de dificultad y en unos rápidos segundos me reparó la jodida impresora.

El hombre sonrió  y extrajo del bolsillo de su overol una pequeña tarjeta que contenía un número de teléfono. Coloqué un mechón rubio de mi cabello, que caía sobre mi frente y obstruía mi vista, detrás de mi oreja para tomar la tarjeta que me ofrecía.

—Por cualquier otro problema disque este número de teléfono y llegaré enseguida —habló amablemente, tomando sus cosas y dirigiendo su paso a la puerta de salida—, generalmente siempre ando en la vuelta.

Le seguí el paso hasta la puerta, antes de dar mi último agradecimiento.

—Ni que lo diga —sonreí—, muchas gracias, de nuevo.

El hombre asintió y luego de un gesto de despedida se retiró. Mi cuerpo se mantuvo en la puerta con mi vista observando hacia el exterior de la oficina, únicamente se encontraba Jane tras su escritorio dialogando por teléfono, envuelta en trabajo. Solté un suspiro y me regresé al mío.

Mi mente se encontraba sumida aun en el recuerdo de Harry y su amigo, Darren. Podía sin duda alguna catalogar aquel evento como imprevisto e incómodo. Mi cabeza recreaba una y otra vez el semblante serio e inexpresivo de Harry, como si mi mísera presencia allí simplemente le valiera igual. Eso era disgustante dentro de todo, luego de que…

—No vayas allí, Samantha —me susurré a mi misma en regaño. Sabía a dónde irían a parar aquellos pensamientos y no era nada bueno. El recuerdo era ahora mi peor enemigo.

Negué con mi cabeza y me acomodé en el asiento frente al computador, tratando a duras penas poder concentrarme en mi trabajo.

Para mi suerte, la jornada finalizó en un abrir y cerrar de ojos, trabajar fue lo mejor que pude haber hecho para mantener mi cabeza ocupada el resto de la tarde. Rápidamente guardé todo lo del escritorio dentro de uno de los cajones manteniendo el orden y me dispuse a salir con el bolso al hombro.

—¿Ya te vas? —preguntó Jane. Asentí con la cabeza regalándole una sonrisa y acercándome luego a despedirla—. ¡Qué suerte! Aun me quedan como dos horas más aquí dentro, es una pesadilla —soltó una risita.

—Te veo mañana, Jane —me despedí con la mano, apresurando mi paso al ascensor. Una vez dentro me dispuse a marcar la planta baja, sin embargo a medio de la acción una voz me detuvo.

—Espera —vociferó—voy en este también —me incliné a un lado para percatarme de la figura de Darren ingresando al ascensor. Su mirada se encontró con la mía y sonrió, un gesto que devolví inmediatamente. Y nos sumimos en el silencio en cuanto el descendió el ascensor—. Entonces, ¿hace cuánto tiempo estás trabajando en la empresa, Samantha? —giré mi rostro en su dirección ante el reciente zanjado silencio.

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