4. Camino desierto.

90 7 0
                                    

<< CHRISTOPHER >>

- No.

- Sí.

- Que no.

- Que sí.

- Que no lo haré.

- Que si lo harás.

10 minutos.

10 jodidos y desesperantes minutos era todo el tiempo que llevaba de estar parado junto a la puerta cerrada del copiloto como un completo idiota tratando de convencer a una muy cabreada Pamela Adams para que se bajara de una puta vez del maldito coche. El problema con eso era que la chica se encontraba demasiado molesta conmigo como para querer escucharme si quiera, por lo que después de que le pedí a Jack que se fuera, me quedé a solas con ella para tratar de solucionar esto. No obstante, todo el asunto había acabo por convertirse más bien en un absurdo concurso por ver quién le mandaba a quien.

- La respuesta sigue siendo que no. -dice obstinada.

Aprieto la mandíbula.

- No me hagas tener que obligarte. -replico cabreado.

- ¿Obligarme?, ¿tú a mí? -dice soltando una carcajada-. No digas estupideces, Christopher -arquea una ceja-. Tú a mí no me dices que puedo o no puedo hacer.

Que conste que ella se lo busco.

Levanto un dedo amenazador hacia ella. -Oh, pero claro que puedo y te juro que si no bajas de ese coche en este mismo momento voy a sacarte yo mismo de ahí y te tirare por encima de mi hombro para llevarte conmigo -entrecierro los ojos mientras doy un paso hacia adelante-. Y créeme que lo haré.

Ante eso su mirada se vuelve desafiante, y mentiría si dijera que a una parte de mí no le pareció divertido ver eso.

- Y yo juro que si tú lo haces. -hace una pausa y sonriendo dulcemente agrega-: Te golpeare.

Joder... ¿siempre iba a ser tan malditamente obstinada? Porque si así era, vivir juntos iba a ser un verdadero y jodido infierno.

- Podrías dejar de ser tan cabezota y bajarte de ahí de una puta vez. -exijo totalmente exasperado.

- No. -contesta alzando la barbilla-. Aquí me quedo.

Luchando por encontrar algo de paciencia y calma, cierro los ojos. Después, cuando estoy lo suficientemente seguro de que no voy a acabar cometiendo algún homicidio, decido volver a intentarlo, pero esta vez de forma diferente. Abro los ojos nuevamente y miro hacia el pequeño fastidio que me tendré que aguantar durante seis meses.

- Por favor Pamela, tienes que bajar de allí y venir conmigo. -pido con voz dulce.

- Déjame, puedo cuidarme sola. -dice rehacía.

Echo la cabeza hacia atrás y gruño.

- Estoy seguro de que puedes hacerlo -digo volviendo a mirarla. Ella en serio que iba a volverme loco-. Pero no conoces este lugar, es por eso que no es seguro para ti que te quedes aquí tú sola.

Pamela da un vistazo por encima de mi hombro hacia el bosque y pasa un momento antes de que vuelva a mirarme. -Mira, sé que querer quedarme sola aquí es...

- Peligroso y estúpido. -Completo por ella.

Pone los ojos en blanco. -Sí, sé que es peligroso, pero...

-Y es por eso que no entiendo que hacemos teniendo esta conversación todavía -Arqueo una ceja-. A menos que tengas una buena razón, ¿La tienes?

Cruza los brazos sobre el pecho y se echa hacia atrás contra el asiento. -Detesto que me mientan, Christopher, y eso es algo que tú has estado haciendo desde el preciso momento en que nos conocimos, incluso me mentiste sobre lo del supermercado ya que estoy muy segura de que no pudieron construir uno en pleno bosque -entrecierra los ojos hacia mí-. Así que, ¿por qué debería de creerme algo de lo que tú me dijeses ahora?

Bad roommates © (En pausa)Where stories live. Discover now