Entonces no importa

180K 8.1K 670
                                    

— Vale, ahora pisa el acelerador lentamente. — me instruye Alex.

Está sentado en el lado del copiloto. Cuando le he dicho que no sabía conducir porque nunca había ido a clases, él había reído durante varios minutos y después me había pedido si quería aprender.

Suelto un gritito de sorpresa cuando el coche se acelera. Estamos en el parking descubierto de un supermercado abandonado, por lo que no hay nadie y el sitio es grande. Él está pendiente del volante y sonríe, ni siquiera parece preocupado porque le pueda destrozar el coche. Aunque sea de su amigo por lo que la responsabilidad es mucho mayor. Sólo teme por nuestras vidas porque me ha pedido unas cuantas veces si llevaba puesto el cinturón de seguridad. Incluso lo ha comprobado. Unas diez veces.

— Gira por allí. — ordena cuando empiezo a coger velocidad. — frena un poco. — dice él riendo.

El coche va rapidísimo por el carril, me empiezo a asustar, a sabiendas de que apenas controlo y el coche me va dando bandazos de un lado a otro. Alex ríe a carcajadas y me riñe.

— ¡Frena un poco por el amor de Dios, nos vas a matar! — Chilla él mientras yo intento manejar el coche con todas mis fuerzas.

— No sé frenarlo. — digo chillando igualmente.

— El de en medio. — me chilla. — Elena. ¡El de en medio! — repite un poco más histérico.

— Estoy apretándolo. — me quejo alzando la voz.

— Ese es el acelerador. — me riñe. Me está poniendo nerviosa. Estoy resistiendo el impulso de soltar el volante, pero algo dentro de mí no me deja, ni levantar el pie de donde sea que estoy apretando.

— ¡No me chilles! — digo chillando mientras intento girar el coche.

— Pero frena antes de girar. ¡Elena!

— Cállate Alex. Me estás poniendo histérica. — chillo mirándole.

— Mira al frente. — me chilla (otra vez) señalándome el frente.

— Dios Alex, ¿no puedes simplemente decirme qué tengo que hacer? No te aguanto. — empiezo a maldecir chillando mientras él sigue con las órdenes.

— Te he dicho que gires por allí. — dice ignorándome. — ¿Quieres girar? — me chilla él.

— Me estás poniendo nerviosa. — chillo girando el coche que va a una velocidad un poco inadecuada para una principiante.

— Tú me pones nervioso a mí. ¡Gira! ¡Frena! — chilla él miles de instrucciones. De pronto encuentro el freno y el coche se frena de golpe, enviándonos hacia delante a los dos.

Respiramos agitadamente, yo sigo con las manos en el volante. Giro la cabeza lentamente para mirar si está muy enfadado conmigo. De pronto suelta una carcajada y se desabrocha el cinturón para besarme, para mi sorpresa.

— Eres un peligro. — sentencia, aún en mis labios.

— Y tú el peor profesor del mundo. — digo queriendo defenderme de tan vil acusación.

— Sólo porque tú eres la peor alumna. — Lejos de sentirme insultada, le devuelvo el beso que se ha empeñado en robarme.

Sonrío mientras suspiro en sus labios y le atraigo más hacia mí. Él desciende su mano hasta mi cintura y yo cojo la camiseta desde su pecho. Se acerca más a mi aún sentado en su asiento. Busco con mi mano el botón para quitar el cinturón, y él se apresura a desabrocharlo sin despegar sus labios de los míos. En cuanto estoy liberada, me acerco a él hasta que queda sentado y yo me muevo para ponerme encima de él. Acaricia mi mejilla mientras nos besamos, beso su mandíbula y desciendo por su cuello llenándolo de besos, llego hasta su oreja, Alex me aprieta más hacia él desde las caderas. Me separo para mirarle y él me acaricia la mejilla mientras me sonríe.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora