Last Call

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No tenía sentido.

Algo faltaba.

Porque, mientras estaba de pie sobre el escenario con el ruido a mis espaldas, con los miembros de My Firts Story a mis costados, haciendo lo que mejor sabían hacer: crear buena música, con los gritos y luces de nuestros fans justo frente a nosotros, alabando el nombre de la banda y saltando con euforia a la vez que lloraban de alegría; sujetaba fuertemente el micrófono con mi mano derecha, respirando con dificultad, y pensando sin claridad, sintiéndome aturdido... porque, en ese preciso instante, me olvidé de la letra y sólo pude quedarme petrificado bajo los focos de luz... porque algo dentro de mi tuvo la sensación de que había olvidado algo más que una simple canción, algo importante en mi vida.

En ese momento quise salir corriendo, ir rápido a esconderme en algún rincón donde nadie pudiera verme. Preso del pánico, mis extremidades temblaban robándome la seguridad que me caracterizaba, quedándome indefenso ante mi desconcierto, mirando a mi alrededor sin saber qué hacer. Mis cabellos platinados se pegaban en mi frente por culpa del sudor, algunos mechones incluso me taparon la vista, y entonces de la nada, me ardieron los ojos.

No comprendía el por que me había sentido tan desolado, tan triste de repente, pero lo que nunca adiviné fue que no era por mí.

Las melodías de la guitarra y el eco de la batería hacían eco en mis oídos, no obstante, fue el nudo en mi garganta lo que me hizo sentir asfixiado. Y, de un segundo a otro, todo mi alrededor se congeló, mientras se volvía más brillante, ya no pude oír nada que no fueran los sollozos que salían de mi garganta y, al mismo tiempo, sentía como mis mejillas se humedecían a causa de las grandes lágrimas que las recorrían.

En medio de un grito ahogado, no supe si eso estaba realmente bien para mí.

(...)

Aquel incidente había sucedido durante uno de mis conciertos en Osaka, desde entonces, había pasado casi una semana y ya los medios no hablaban al respecto.

Y, ahora que por fin tenía tiempo libre, ni yo mismo me acordaba de la sensación de aquel entonces, pues gracias al elevado volumen de la música de moda que hacía eco en las paredes, a las luces de colores que se movían de un lado al otro, iluminando de manera intermitente todo el espacio, y a la gran cantidad de personas que sobre la pista de baile disfrutaban restregar sus cuerpos entre sí al ritmo que el Dj del local le apetecía.

Yo meencontraba en el centro del lugar, con una bebida de vodka en la zurda,mientras que con la derecha sostenía la cintura de la chica pelirroja a la quehabía sacado a bailar, y cuyo vestido, totalmente ceñido a su cuerpo, amenazaba con subirse y mostrar mucha más piel de la que llegó exhibiendo.

Ambos estábamos bajo la influencia del alcohol, no necesitaba estar sobrio para percatarme de que estaba disfrutando más de lo normal una fiesta a la que había sido invitado y que no tenía verdaderas razones para resultarme entretenida. Aún así, me atreví a bailar siguiendo la influencia del resto, a intentar imaginar que nada me molestaba en ese momento.

La diversión se acabó cuando, osadamente, la chica de grandes pestañas se dio vuelta y posó sus labios sobre los míos, creyendo tal vez que me tenía a su merced y que con un beso obtendría el cielo de mi parte. Arrugué la nariz al segundo de que el olor a cigarrillos me alcanzara, mi estómago también se revolvió por las nauseas que me provocaba.

Sin dudarlo, le aparté sin delicadeza, limpiando el labial rojo que me quedó con el dorso de mi mano, estaba asqueado de que alguien como ella me besara.

—¿Qué te pasa? — chilló en voz alta, indignada, pero sólo yo alcancé a escucharle.

—No quiero que me beses — sentencié frunciendo el ceño, quizás sería culpa del alcohol, pero no me apetecía sonar educado.

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