Capítulo 10

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"Tess tiene que haberme mentido a mí, sino sería imposible que estuviera al tanto de mi pelea. Pero sigo sin entender cómo lo hizo y menos aún... por qué."

Tras una comida muy silenciosa, me quedé toda la tarde en mi cuarto, sin hacer apenas nada. Navegaba por mi mente sin un rumbo fijo, pero me detenía en ciertos puntos y les daba vueltas. Especialmente en lo que correspondía a mi hermana. Ni siquiera había comido en casa. Mis padres me informaron con sequedad de que Tess había madrugado por propia voluntad (por primera vez en su vida) y se había ido a casa de Stacy, donde estaría hasta por la noche.

"Que oportuno que ya no esté castigada...", había mascullado tras oír esa explicación de la ausencia de Tess.

De todos modos, el punto al que no dejaba de dar vueltas era el de su traición. No entendía por qué ella les había contado eso a mis padres. A parte de que su versión era más o menos falsa, lo normal es que al escuchar algo así no hubiera dicho nada y hubiera hablado directamente conmigo. Y por supuesto, lo que escapaba a mi comprensión era como lo había descubierto. Rememoré mil veces la escena de aquella tarde, sus movimientos y sus palabras. No había nada fuera de lo normal y las llaves estaban en la mesita de la entrada.

No llegué a obtener una respuesta sólida, pero si llegué a la conclusión de que las acciones de mi hermana habían sido premeditadas. No obstante, desconocía con qué fin.

Miré el reloj de mi mesilla. Marcaba las seis de la tarde. Suspiré profundamente. Seguro que moriría de aburrimiento No tenía nada que hacer. Ni siquiera estaban mis padres, pues hacía como una hora que se habían marchado y se habían llevado todas las copias de las llaves de casa (es decir, las mías también). Así que, en teoría, no podía salir de casa. Pero aunque quisiese salir, no me apetecía ni lo más mínimo. No estaba muy segura de a qué se debía mi aburrimiento; si era un castigo que me hacía a mí misma o, sencillamente, pereza.

De pronto, sonó mi móvil. Lo cogí y me senté en la cama. Era un mensaje de JJ, que me preguntaba porque no había ido a su casa a las cinco, que era cuando habíamos quedado. Le resumí un poco mi discusión con mis padres, omitiendo lo referente a Kevin. Al instante me respondí diciendo que iba hacia mi casa.

Dejé el móvil sobre la mesilla de nuevo y volví a tumbarme sobre la cama. Agradecía la visita de JJ, ya que era una de las pocas personas en la que podía confiar en aquel momento. Quería hablarle, sobre todo, lo de mi cita con Michael. Aun así, me pareció que sería mejor hablar primero sobre mis problemas con mi familia. Pero evitaría todo lo relacionado con Kevin. Era algo de lo que yo no estaba preparada para hablar con nadie.

Al cabo de media hora, la cual me dediqué a hacer aparecer y desaparecer bolas de fuego y agua, oí como algo golpeaba contra la ventana de mi balcón. Me levanté de la cama y abrí la puertecita. Era JJ que estaba golpeando el cristal con alguna piedrecita del jardín.

─¿Me ayudas a subir, Tara? ─me pidió ella.

Se me ocurrió entonces una pequeña locura, pero que valdría la pena. Salí al exterior por el balcón y volé hasta el tejado. Estaba hastiada de estar encerrada en casa. Quería respirar aire puro.

Después hice crecer una pequeña, pero gruesa mata para que JJ escalara hasta el tejado. No tardó mucho en subir y se sentó conmigo sobre las tejas. Aunque el tejado era inclinado, no había muchas posibilidades de que nos resbaláramos y además, la vista valía la pena.

─Podrías haberme hecho levitar ¿no? ─inquirió JJ segundos después.

─Sí ─admití─, pero no me puedes negar que te ha gustado escalar una mata que he hecho yo.

La Hechicera ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora