Capitulo 6. El beso (1ª parte)

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La nefilim fue a la librería varias horas antes de que tuviera que abrirla. Marco le había dejado la llave para que se fuera acostumbrando al lugar. Paseo por las estanterías cogiendo libros de aquí y allí, estaba en la sección de psicología cuando leyó algunos títulos que le llamaron la atención. Se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared, a su lado una pequeña montaña con los libros elegidos esperaban ser leídos. Pasaba las páginas a gran velocidad, cualquiera que la viera pensaría que no lo leía, que solo pasaba las páginas. Al cabo de una hora ya había leído y comprendido  cuatro libros. Pasaba el tiempo y el montón de libros leídos se iba haciendo más grande. Cada poco se levantaba se estiraba y si sus ojos se posaban sobre un título interesante lo cogía. Cuando Samuel llego para abrir la tiende sobre las nueve y media de la mañana, la joven tenía  a su alrededor más de veinte libros.

— ¿Qué haces?— pregunto el moreno.

—Leyendo un poco

— ¿Has leído todos esos libros?—preguntó con escepticismo.

—No me ha dado tiempo de leerlos todos, pero la mayoría sí.

—Estas bromeando ¿no? Es imposible que te allá dado tiempo de leer todos esos libros, ni en una semana te daría tiempo.

La nefilim asustada de que pudieran descubrirla, fingió una sonrisa y empezó a reírse.

—La mayoría los leí hace tiempo, solo les di una pasada para recordar mis partes favoritas. De verdad creías que los habría leído en un par de horas— seguía riéndose muy nerviosa— leo rápido pero no tanto. Se levantó y recogió los libros para devolverlos a sus estanterías. Samuel la ayudaba sin poder evitar mirarla, era una chica muy rara.

Pasaron la mañana atendiendo a los clientes. Todos los que entraban en la librería tenían que ver con la chica nueva. Empezaba a sentirse incomoda de tanto repetir la misma historia.

— ¿Y tú quién eres? —preguntaban todos. Siempre era la misma pregunta.

—Me llamo Alina y soy la ahijada de Marco. He venido a pasar una temporada con él para ayudarle con la tienda, la casa y con Sofía. Ya sabe cómo son estas cosas–. Repetía una y otra vez. Las señoras mayores alababan lo buena moza que era, por venir a ayudar al viejo en sus labores y le pellizcaban los cachetes como se hace a los bebes. Cada vez que hacían esto Alina veía como el joven dependiente se reía a su costa.

—Tendrás que acostumbrarte. Esa es la forma de saludar que tienen las abuelas—le había dicho Samuel cuando ella se quejó de que llevaba todo el día atendiendo y recibiendo las palabras y ánimos de los clientes. —Eres la novedad y todos querrán conocerte y saber de ti, seguro que ya se ha corrido la voz de lo guapa y simpática que eres. Todos querrán comprobarlo por ellos mismos.

Por fin llegó la hora de cerrar, la muchacha no veía la hora de llegar a la casa de Marco para darse un baño y poder acostarse. Antes de que pudiera coger el camino que la llevaría hasta la casa de las afueras, Samuel la cogió del brazo.

— ¿A dónde vas? Todavía es pronto son las seis de la tarde, es temprano para ir a casa. Además Marco me encomendó que te enseñara el pueblo y los sitios donde solemos ir los jóvenes.

—Pero estoy cansada, solo quiero descansar—. Suplico la joven. Aun así Samuel siguió tirando de ella, mientras ella se resistía. En uno de esos tira y afloja, Alina tropezó en el momento que tiraban de ella y quedo abrazada al muchacho. Se miraron el uno al otro y en un impulso Samuel la beso. Fue un beso tierno, lleno de cariño. La joven estaba disfrutando, hacia siglos que nadie la besaba, al pensar en eso recordó lo que había pasado la última vez. Se separó del moreno y lo abofeteo. El muchacho sorprendido por la reacción que había tenido la nefilim, no pudo evitar que ella saliera corriendo.

Historia de un nefilimWhere stories live. Discover now