Capitulo 1. La llegada

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Capitulo 1

LA LLEGADA

Era un día como otro cualquiera en la ciudad condal. La gente se dirigía a sus trabajos, paseaban por las calles, hacían compras. Solo los turistas observaban el majestuoso edificio que tenían delante con asombro. Si alguno de ellos hubiese mirado hacia la torre más alta, tal vez verían la figura voluptuosa de una chica, con el pelo largo hasta las nalgas y tan negro como la noche. De piel tostada y los ojos de color gris perla. Pero aunque mirasen ninguno podría verla.

Desde lo alto de la torre se podía ver casi toda la ciudad, la muchacha miraba como la gente caminaba de un lado a otro, no sabía hacia dónde dirigirse primero. Decidió caminar entre la multitud y observarlos de cerca. Sabía que ellos no podrían verla. Desplego sus grandes alas y dio un salto. Descendió sin problemas hasta la fachada principal de aquel extraño edificio. Nunca había visto ninguno igual, la última vez que camino entre humanos no había esta clase de edificaciones. Y había pasado mucho tiempo confinada sin poder observar la evolución de la humanidad. Sabía que todo sería muy diferente, pero seguía asombrándose de cuanto había cambiado todo. La gente, las ciudades, incluso el aire y los colores eran diferentes. Plegó sus alas y camino junto con los demás. Escucho diferentes conversaciones, el edificio desde el que acababa de descender era la sagrada familia aunque el nombre no le decía nada de donde se encontraba, siguió su camino. Paseo durante todo el día por la ciudad, solo los animales parecían ser conscientes de su presencia. Un perro había ladrado en su dirección y tiraba de la correa con la que su amo le sujetaba. Pero ella podía controlar a los animales, con una mirada lo tranquilizo y antes de que el hombre pudiera darse cuenta de que había algo extraño, se marchó.

Cuando empezó a atardecer volvió hasta el edificio, que había abandonado por la mañana. En ese momento estaba iluminado, no pudo negar que la visión era bastante hermosa. De un salto llego a la misma torre. Siguió observo durante largo rato, no sabía a donde dirigirse. No le habían dado mucha información. Recordó las palabras de Gabriel cuando fue llamada a comparecer ante él.

Estaba sentada en un banco cuando alguien se acercó y le dio el mensaje de Gabriel, quería que se reuniera con él para hablar. Se levantó lentamente, hacía tiempo que no estaba en su presencia y no entendía que podía querer decirle. Cuando llego al lugar donde le esperaba, el corazón empezó a palpitarle con fuerza. Observar aquel rostro tan majestuoso siempre hacia que tuviera esa reacción. Todos allí eran extremadamente bellos, incluso ella era hermosa. Pero era por el trato que él tenía con ella, por lo que le parecía el más hermoso de todos. Gabriel era alto, y de constitución fuerte, con grandes alas que salían desde el comienzo de su espalda, hasta tocar el suelo, tenía la piel clara, y un rostro perfectamente simétrico. Los labios eran carnosos y sus ojos de color azul turquesa le recordaban al mar de tan profundos y penetrantes, la miraban a ella.

-Tengo un trabajo para ti.- Mientras hablaba hacia movimientos con la mano para que se acercara. El sonido de su voz siempre conseguía calmarla, él era el único al que ella realmente obedecía, sentía una extraña devoción hacia él. No es que los demás no la quisieran, pero parecía que él era el único que la comprendía, y que entendía por lo que ella había pasado. Mientras caminaba con paso ágil respondió.

 -Pensé que después del último, no volvería a tener encargos.

-Siempre tan directa.- su tono no era recriminatorio, pero había algo de censura en su mirada. -Lo siento, no quería ofenderle señor. -Sabía que tenía que ir con cuidado, no quería tener problemas con Gabriel, ni que el los tuviera por su culpa. Él era de los pocos que creían en ella, y que la trataban con respeto, como a una igual.

-Sabes que no me gusta que me llames señor.- Gabriel no pudo disimular una sonrisa.-vamos al asunto, te vamos a enviar de vuelta a la tierra.

En cuanto pronuncio esas palabras vio cómo se sorprendía la muchacha que tenía ante él, su cara era de verdadero asombro.

Historia de un nefilimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora