Capítulo 4

29 0 1
                                    

El camino era largo, ya empezaba a anochecer, Mami me mataría cuando llegara a casa y Apolo también. Además, él estaba enfadado conmigo y yo no  sabía bien bien el por qué. Durante el camino lo pasé genial. A Marco le apasionaban mis historias e incluso a Aitor en algunos momentos se le veía interesado. Brutus siempre cerca mío.

- Aitor, Marco ¿puedo haceros una pregunta?

- ¡Sí, claro! - respondió Marco.

- Vale, a ver, esto... no sé bien bien cómo preguntar esto pero... bien bueno, emms… esto empieza el otro día, ayer, creo... emms...

- ¡Orit Greiff Caboni! ¡Relájate! - dijo Aitor con una sonrisa. Mi cara palideció, mi boca quedó abierta y yo estupefacta. Yo no le había dicho nunca mi nombre entero a nadie. No desde que todo empezó, siempre he tenido miedo de que algun soldado venga a por mí y me mate, igual que hizo con mis padres. Y él sabía mis apellidos y yo no se los había dicho, de echo, creo que ni mi nombre le había dicho. Aitor me conocía de antes. Aitor sabía quién era. ¿Y si todo era una trampa? Había confiado demasiado en ellos. Quizás debía matarlos. Pero ¿cómo iba a ser yo capaz de hacerlo?- Emms... oye ¿Cómo estás?

- Pues respiro y sigo viva. Supongo que bien.

- Creo que la he cagado ¿verdad?- me dijo mordiéndose el labio.

- Si creo que sí -acto seguido saco la navaja que llevo agarrada a mi cinturón.- ¿Dime quién coño eres?- chille. Brutus se acercó a mi y se puso en posición de ataque enseñando sus dientes. Estaba a unos 10 minutos del Asentamiento y me sentía capacitada como para empezar a correr en cualquier momento. Pero aun me quedaban preguntas por hacerle y no pensaba irme sin obtener antes una respuesta.- ¡Dímelo! 

- No te lo puedo decir, debes confiar en mí. - los ojos de Aitor reflejaban una mezcla rara de:  preocupación, nervios y un dolor extraño, como si de verdad me quisiera y él mismo supiera la putada por la que me estaba haciendo pasar, como si él supiera cómo me encontraba yo ahora mismo. Algo iba mal.

- ¿Me quieres matar verdad? ¿Por qué no lo has hecho ya?- pregunté. - ¿Querías aprovecharte de mí? ¿Qué quieres?

- Vaya marrón te estás comiendo Aitor- dijo Marco

- Orit, no te quiero hacer daño... ¿Crees que si hubiera querido matarte no lo habría hecho ya? De verdad. Créeme. Por favor... -suplicó

- ¡Dime quién sois! ¡De dónde venís! Y, dime por qué sabes mi nombre. - le miré fijamente a los ojos. Era guapo, no tenía nada pero tenía todo lo necesario para ser guapo. No era ni mucho menos tan guapo como Apolo pero, Apolo no era ni mucho menos tan... tan especial como él.

- Vale yo soy Azato, pero no me llames así. Y no te puedo contar lo qué sé porque nos matarían. Y se tu nombre porque alguien me lo ha dicho y porque te estamos buscando bueno, ahora son ellos los que te buscan, yo ya te he encontrado.

- ¿Eres un Soldado? - pregunté aún con la navaja en la mano

- ¿Soldado? ¿Estás de broma, no? -preguntó mirándose

- Créeme cuando te digo que no estoy de broma y que desconfío plenamente de ti. Respóndeme. ¿Eres un soldado?

- No, no lo soy. 

- ¿Y quién son ellos?

-Ellos son ellos. No te puedo decir el nombre o te matarán a ti, a Marco e incluso al perro. - dijo señalándolo- Por favor créeme.... No puedo decirte nada o te matarán.

- ¿Y él? ¿Se llama Marco o también es mentira?

- Él se llama Marco, si es que no me ha mentido él a mi.

-Sí yo soy Marco y... me escapé hace una semana del Asentamiento 46. Una epidemia empezaba a invadir la ciudad y mi abuela me obligó a abandonar el Asentamiento antes de que enfermara. Me dijo que ella no podía venir conmigo, pero que yo ya era mayor para ir solo por el bosque. No sé cazar pero, soy ágil trepando árboles y salto por ellos con facilidad y silencio. El otro día una serpiente me asustó. Chillé. De pronto te vi correr hacia mí y empecé a asustarme aún más. Aitor me tapó la boca y tu a 3 metros de nosotros, te desmayaste.

- Tú chillaste el otro día y yo iba a rescatarte tu chillido me hizo recordar a mi... - la palabra estaba en mi mente pero no fui yo quien la dijo-

-... hermana. - Habría reconocido su voz en un millón de años. Sabía quién era. Era tan sexy, tan gutural, tan profunda que bastó para hacer que un escalofrío recorriese mi cuerpo. Sonó detrás de mí- ¿Interrumpo algo importante?

- Encantado de volverte a ver Apolo. -dijo Aitor.

- Espera. Un momento. ¿Os conocéis?- pregunté confundida

- No mucho. - respondió Apolo.- ¿Te ha hecho algo? 

-No. ¿Desde cuándo llevas escondido ahí detrás?

- Orit te he oído gritar y he venido. Llevaba todo el día preocupado por ti y he salido al bosque a buscarte.

- Mentira, Apolo. Dime qué es lo que hacías ahí detrás.- Apolo me miró a los ojos. Me analizó y luego se dió la vuelta y se fue. Me volvia a encontrar sola, sin nadie yo y nadie más. Bueno, mentira, yo y Brutus y mi hermana, nadie más. Me quedé mirando hacia un punto fijo durante unos segundos y luego reaccioné.

- Aitor o Azato o tu! Joder me da igual cómo te llames. Déjame a Marco. Tengo que curarle esas heridas. - se quedó mirándome un poco paralizado- Creo que no me has entendido, te lo repetiré tan solo una vez. Baja a Marco de tu espalda. Ahora, lo cargaré yo. Tú te puedes perder o morir o hacer lo que quieras.- dije tranquila y relajada.

- No quiero

- Yo tampoco te quiero volver a ver y sé que lo haré. Vete. Y vuelve mañana por la mañana a mi casa. Seguro que ya sabes cual es. Déjame a Marco. Quiero curarlo. Tú piérdete. -Aitor seguía mirando. Creo que mi fuerza y mi control le impresionaron. Guardé mi navaja mientras Aitor bajaba a Marco. 

-Marco agárrate fuerte. 

-Si te hago daño avísame Orit - susurró el niño a mi oído. 

Los últimos quince minutos fueron los más largos de todo el camino. Andamos en silencio sin decir nada a nadie. Sin intercambiar palabra. Brutus andaba delante de mi. Y Marco, respiraba. El aire caliente salía rítmicamente por su nariz, a la vez que calentaba mi oreja.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 13, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Alzaré los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora