{LarryStylinson}Corazones cruzados.

1.-«El encuentro es el principio de la despedida».

Había sucedido de nuevo. 

¿Por qué se sorprendía? O más bien, ¿Por qué todavía creía en la eterna e incierta promesa de «Será la última vez» por parte de su madre? No podía evitar sentir vergüenza de sí mismo al ser tan ingenuo respecto a eso. Era patético e inconcebible que a sus diecisiete años y siendo plenamente consciente del trabajo de sus padres, el cual les quitaba el privilegio de poder mantenerse estable en un lugar al menos por un año, creer todavía que la anterior podría ser la última vez que se mudaban. 

Vale, no podía quejarse del todo. Hacía mucho tiempo atrás en el que tuvo la oportunidad de tener un hogar estable junto a sus abuelos, en Holmes Chapel. Sin embargo, a la corta edad de ocho años ¿Quién podría pensar en las repercusiones de vivir de ciudad en ciudad cada lapso indefinido de tiempo? Además ¿Cómo iba a ser fácil para él, tener que elegir entre comer pizza cada día porque su mamá no tenía tiempo para preparar la cena o tener que comer todas las verduras en casa de la abuela? Además claro, de tener que irse a dormir temprano y con la posibilidad de ser castigado sin razón —según él—,  algo que con sus padres apenas y sucedía, con lo ocupados que estaban. Pero en eso se basaba la vida de Harry, sin pensar, ni poder comprender del todo la importancia de amistades duraderas y constantes, y de lo doloroso que pueden llega a ser las despedidas.

La razón nunca gana, al menos no cuando eres un niño, aunque por supuesto, la cuestión es distinta cuando se trata de una niña puesto que Gemma, su hermana, había aceptado más que gustosa el hecho de quedarse a vivir con sus abuelos. Harry simplemente no la comprendía, tan solo confirmaba aún más su pensamiento que Gemma de verdad, era adoptada. 

La primera y única vez que odió tanto a sus padres por la vida que llevaban fue la primera vez que se enamoró perdidamente, a la edad de casi trece años. Fue un hecho sin duda inesperado, alguno nuevo después de superar su etapa de aparente repulsión hacia las chicas. Todo iba bien con ésta nueva vida en aquella nueva ciudad. Era popular en su nueva escuela, tenía muchos amigos y la chica que le gustaba le correspondía de igual manera.

No pasó demasiado tiempo hasta dar el primer paso y tener su primera cita con ella. Entre risas tímidas y manos torpes al tocarse con la intención de entrelazarse, Harry pensó que vivía un sueño. La idea de su primera cita la sacó de internet, tenía en claro que debían ir al cine a ver alguna película romántica e intentar darle su primer beso, pero le pareció más espontanea seguir la idea de escoger una película de terror para así, abrazarla sin tener que usar una excusa, además se encontraba completamente seguro de que sería ella quién se lanzaría en sus brazos primero, pero como los planes nunca salen, no contó con que él también se asustaría con aquel film. Sí, patético, pero funcionó.

Gracias a ella su primer real beso había sido especial y no tan extraño, ni baboso... casi podría decir que mágico, como los dos meses que duraron de tierno noviazgo. Era cierto eso de que las cosas buenas duran poco, pues la relación duró lo que el trabajo de su padre en aquella ciudad. Fue la primera vez que experimentaba una despedida tan dolorosa y menos optimista que las anteriores en las cuáles con una sonrisa prometía que volvería en el verano o las próximas vacaciones. La primera vez en que se daba cuenta que la distancia no iba a funcionar para ellos y aunque siempre estuviesen en contacto, nada sería igual.  Fue una despedida tristemente diferente. Esas en las que se dicen "Vamos a hacer todo lo que queramos hoy" porque tenía en claro que no iba a haber otro día igual. 

A partir de ese momento, Harry no quiso nunca más volver a enamorarse y que probablemente viviría con el recuerdo de su primera novia y si un día se decidía, volvería para buscarla, sin embargo podría continuar divirtiéndose sin involucrarse demasiado, un poco de contacto con otras personas no le hacían mal a nadie, eso pensaba.