Capítulo 2. "El intento de un beso"

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Luego de caminar unas cuadras llegue por fin a mi casa. Mi madre se encontraba frente al televisor de la sala viendo películas. Sintió mi presencia y me volteo a ver.

–Hola, mi vida, ¿Cómo les fue?

–Fue divertido, aquel enorme tobogán fue lo más genial que pudo haber  –dije con una sonrisa en mi rostro y camine hasta sentarme alado de ella.

– ¿Toboganes? Que yo sé en la playa no hay toboganes  –dijo.

–Fuimos a un parque acuático, ¡el más genial de todos!

–Me alegro mucho que se divirtieran.

–Y cómo estuvo tu día  –pregunté.

–Bien, viendo películas que llegan al corazón  –puso su mano en su pecho–. ¡Oh!, y alguien vino a visitarte.

– ¿A mí?  –afirmo moviendo la cabeza y parpadeando lentamente–.  ¿Quién?  –entrecerré los ojos al ver su rostro de tal manera.

– ¡Fernanda!  –una voz dijo con emoción mi nombre.

 Volteé la mirada lentamente hacia atrás: ¡Y era él!, ¡Era él! Me quede muda por no sé cuantos segundos y reaccioné:

–Agustín  –dije tartamudeando y con nerviosismo.

–Ahora regreso  –dijo mi madre subiendo las escaleras–.  Me alegra verte de nuevo Agustín       –desapareció en la planta alta de la casa.

¡Gracias madre!, pensé.

–Igualmente  –respondió Agustín–.  ¿Cuánto tiempo sin vernos?  –regreso la mirada a mí.

–Lo mismo digo  –dije parándome del sofá y en una sonrisa forzada–.  Y… ¿Cómo has estado?

–Bien, ¿y tú?

–Bien, muy bien –gruñí por lo bajo al ver que lo que dije fue con nervios.

Se quedo mirándome a los ojos por un buen rato con una expresión que no podía explicar, estaba como idiotizado o algo cercano a eso. Se acerco a mí, me tomo entre sus brazos y… ¡Me abrazó! Me quede inmóvil. Pasaron muchos años para que me abrazara así de esa forma.

–Te extraño tanto, Fernanda  –dijo con una dulce voz. ¡Una dulce voz!

–Yo también –dije alargando un poco la “e” y dándole ligeras palmaditas en su hombro.

–Fernanda, hace mucho que te quiero dar algo –dijo.

 Se separo de mi y en me miro a los ojos conectándose con los míos por un segundo. Se acerco lentamente a mí, pero esquive, perdiendo así aquel... beso.

–No –dije y lo mire a los ojos–. Te quiero mucho, pero... no quisiera que por esto perdamos nuestra amistad –lanzo un suspiro y volvió a abrazarme.

Después de unos segundos más, dejo de abrazarme, me dijo adiós con la mirada y salió de mi casa para dirigirse a la suya. Cuando la puerta se cerró con él fuera me deje caer en el sofá, asimilando lo que había ocurrido.

– ¿Qué rayos... fue eso? –dije cuando aún no había digerido del todo lo que sucedió con Agustín.

A la mañana siguiente me desperté con la voz de mi madre:

–Fernanda, despierta –decía en voz baja. Poco a poco abrí mis ojos y la vi a ella sentada en la orilla de la cama.

– ¿Qué pasa? –dije cuando me sentaba lentamente.

–Me tengo que ir a trabajar, abajo esta tu desayuno.

–Está bien mamá, ahora voy.

–Bien. Adiós amor regreso en la noche. Cuídate –beso mi frente y salió de la habitación dejándome sola en ella.

Knock KnockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora