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Capítulo 4: en el que la oportunista es importunada

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Capítulo 4

En el que la oportunista es importunada


Llegó corriendo a las caballerizas y no se sorprendió de ver allí a su mejor amigo

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Llegó corriendo a las caballerizas y no se sorprendió de ver allí a su mejor amigo. Osbert tarareaba una canción popular, mientras cepillaba a su caballo favorito.

Quien no se esperaba verla allí era él. Osbert alzó ambas cejas en su dirección.

—Tú no limpias caballerizas, ¿qué haces aquí?

Genevieve hizo una mueca.

—Creo que soy la esclava de tu hermano.

Osbert detuvo el cepillo sobre el lomo de su semental. Durante un momento, la observó en un férreo silencio.

—¿La esclava de mi hermano?

Gennie puso los ojos en blanco. Tenía la leve impresión de que Os no sabía nada sobre lo del sillón.

—Él... él me encontró recostada en su sillón ayer.

Entonces, él esbozó una sonrisa divertida.

—¿Qué hacías recostada en su sillón? —se rio.

—Aprovechaba. —Genevieve se encogió de hombros, sin más—. Naima había ido por toallas y estaba cansada de estar parada. Así que... —volvió a encogerse de hombros—, tu hermano llegó antes y me encontró.

—Así que ahora te está castigando con tareas de servicio —confirmó el joven, entre risas—. Bueno, ya sabes que yo no soy él. No puedes recostarte en su sillón como te recostarías en el mío.

—Ya sé que no —replicó ella, cruzándose de brazos—. Me lo he estado repitiendo todo el santo día.

Osbert volvió a concentrarse en cepillar a su caballo, pero no dejó de escucharla en ningún momento. Alzó los ojos hacia ella cuando susurró la última frase.

—¿Por qué?

—Porque tu hermano ha estado poniéndome a prueba para que muestre lo lengua suelta que soy. Y entonces, aprovechó para castigarme todavía más por pasarme.

Aquello dejó al chico con la boca abierta. Miró a su amiga en silencio hasta que pensó muy bien en lo que ella había dicho.

—¿Pruebas? ¿Como cuáles?

—Cómo pedirme que le prepare el baño, hacerme entrar en la habitación mientras él se lava, pedirme que hurguetee en su ropa. Cómo pasearse desnudo delante de mí...

Os soltó el cepillo.

—No es cierto —masculló.

Genevieve parpadeó.

—¿Crees que miento? Fredegar ha estado provocándome para que me comporte como una malcriada durante toda la mañana. Y mierda, lo hice. Le funcionó tan, pero tan bien que estoy hasta el cuello de tareas —agregó, cruzándose de brazos y mirando el techo, enojada más consigo misma que con él.

Genevieve - Crónicas de Aladia 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora