01 | El poder de Dios

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(En multimedia Jeanette)

Capítulo 1. El poder de Dios

NARRA JEANETTE

7 planetas, 5 continentes, casi 300 países, billones de personas y casualmente en el instituto West Hill soy la única persona que cree completamente en Dios. Es verdad que en mi escuela hay más gente católica pero ninguno de ellos lo practica de una forma tan adecuada como lo hago yo.

Mi nombre es Jeanette para quienes no me conocen y Jean para aquellos que se han tomado el privilegio de conocer lo que guarda esta católica bajo su fachada de virgen santa que le han puesto en el instituto.

Tengo que admitir que hoy en día ser católica no es sencillo. No solo por la presión social a la que estamos sometidos constantemente sino porque algunas personas se dedican a molestarme por ello y les resulta divertido tratarme como si fuera menos. El ejemplo perfecto de lo que estoy diciendo está en Emma Rigby y Alexandra Wellington, alias "las zorras de West Hill", que conste ese apodo no se los he puesto yo, sino la gente de mi instituto. Y es que por muy mal que me caigan esos seres humanos nunca les pondría un apodo de tal calaña porque sería rebajarme a su nivel y para una católica como yo no se debe hacer el mal.

Alejo esos pensamientos de mi cabeza y me enfoco en la realidad. Hoy es lunes y me encuentro en la ultima hora del día: filosofía. Por ahora la clase ha consistido en escribir un ensayo de 400 palabras explicando que significa ser libres para nosotros. Como ya tengo agilidad en cuanto a escritura se trata, he sido una de las primeras en entregarlo obsequiándome así con el resto del tiempo de la clase a libre disposición.

Como ya es costumbre cuando hacemos ensayos no tenemos porque separar las mesas de nuestro compañero que se siente a nuestro lado debido a que no cuenta como examen sino como trabajo de clase.

A mi lado se encuentra Jason, quien acaba de ponerse en pie para entregar su ensayo. Una vez que deposita su hoja de papel en la mesa del profesor Wilfred vuelve a sentarse en su silla, tomando la posición más cómoda para él, la cual consiste en estirar sus piernas para luego cruzarlas y finalmente apoyar sus manos detrás de su cabeza.

Jason es un chico alto, esbelto, con pelo rubio y ojos de color verde. Él ha sido mi mejor amigo desde que fuimos juntos a catequesis a los nueve años de edad. Ahora, cinco años después, ambos somos muy buenos amigos y él suele defenderme cuando alguien se mete conmigo por mi religión.

A pesar de que hiciera la comunión, Jason no cree en dios pero no por ello me juzga de mala manera porque yo sí crea en la religión católica. Ahí está la diferencia entre Jason y la mayor parte de estudiantes de este instituto. Él no juzga a la gente porque tenga gustos diferentes a los de él mientras que en esta escuela todo el mundo prejuzga y juzga a la gente por sus gustos sin pararse a conocerlos mejor.

—¿De qué hablaste en el ensayo? —le susurro disimuladamente para que el profesor Wilfred no se entere de que estamos hablando.

Jason gira su cabeza descaradamente hacia dónde estoy yo.

—Básicamente pienso que ser libre es poder hacer lo que se te plazca en el momento que quieras —Se encoge de hombros refutando su idea.

—Pero nosotros no siempre podemos hacer lo que se nos plazca y sin embargo, somos libres, ¿no? —le cuestiono a mi mejor amigo a la vez que cojo un bolígrafo para comenzar a anotar en mi agenda las tareas que debo realizar hoy en casa.

Una católica en West Hill (PRÓXIMAMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora