Prólogo

117 7 0
                                    



Día cero

Oscurecía, y el frío de aquella noche se desataba con brutalidad en el aparcamiento del supermercado Herschel. Algo que no era de gran interés para Marco, el profesor de físico en el colegio de aquel pueblo tan pequeño y macabro.

Esa noche, decidido, Marco fue al supermercado para la compra de algunos víveres. Algo muy extraño de su parte, ya que sostenía una vida de soltería grata y siempre conseguía los alimentos en la escuela. No los robaba, pero todos los alumnos, hasta los profesores, sabían que la cocinera le tenía un gran afecto a ese hombre y haría todo lo que fuera con tan solo conquistar su corazón.

Al bajarse de su jeep Wrangler lo primero que pensó fue el estilo de chuches que quería comprar. ¿Rojos? ¿Unos verdes? ¿Ácidos? Sin embargo, no alcanzó a seguir formulando preguntas sin respuesta, pues frente suyo se había generado un ruido que lo había puesto en alerta. Un gran problema proveniente de él, pues era algo paranoico.

Algo inquieto, el profesor se giró hacia los lados para verificar si había alguien observándolo, pero nadie se presentó ante sus ojos color marrón. Dejó de lado su ansia ingrata para centrarse en el siguiente objetivo, comprar de una buena vez. Aun así, aquella inquietud no cesaba. Marco llegó a pensar que el temor que lo invadía solo se trataba por la oscuridad del lugar y el gemido de las ramas al chocar con otros árboles o estructuras viejas que se encontraban en el lugar.

Intentando tragarse aquellas palabras estúpidas maldijo en voz baja, descartando la idea de que nada raro sucedía. Pues frente suyo se encontraba una figura alta y delgada que se aproximaba a él.

¿Será hombre o mujer? Pensó con dificultad, pues aun mantenían un poco de distancia, por lo cual, no podía distinguir el sexo de la persona a la perfección. A pesar de eso, se veía como un hombre.

"¿Quién eres?" preguntó incómodo cuando vio que la figura humanoide sostenía un bate de béisbol en la mano y a su vez, dándose cuenta que llevaba una máscara para ocultar su rostro, dándole un toque diabólico a la situación tan extraña que se estaba dando.

"¿Qué quieres?" interrogó por segunda vez al muchacho de negro. Y como la persona ni se inmutaba a expresar ni un mísero sonido, Marco pensó lo peor para luego maldecir, por segunda vez en la noche, a la oscuridad que los rodeaba.

La persona desconocida irradiaba un aire tan amenazador que se dijo a si mismo que tenía que plantear un plan de escape. ¿Y si el chico solo le quería preguntar por alguna tienda de deportes cerca? Tal vez solo era un aficionado al béisbol. A pesar de las mil conclusiones buenas al respecto de la figura extraña su sexto sentido le decía que tenía que escapar del lugar.

"¡¿Quién eres!?" se atrevió a preguntar nuevamente, haciendo que el chico detuviera su caminata acechadora, quedando frente a la puerta del copiloto, lo cual agradeció rotundamente, el acto le daba tiempo para pensar su escape.

Podía abrir las puertas del auto y escapar como si su vida dependiera de ello. Aun así, descartó la idea, pues el auto no era inteligente y si le sacaba el seguro seguramente el hombre de negro entraría por alguna puerta del jeep.

—Muy arriesgado —susurró para él mismo.

Tampoco podía correr hacia el Minimarket, pues lo podía tomar por atrás de la camiseta y pegarle con el bate dejándolo inconsciente en menos de cinco segundos.

Lo único que sabía con exactitud era que su miedo y todo su ser ahora no lo manejaba él, sino el blancucho encapuchado. Ahora era su dueño y Marco le pertenecía.

Tomó la segunda opción, a pesar de todas las desventajas. Aunque tenía una de su lado, era profesor de atletismo y corría muy rápido.

Sus ojos dejaron de brillar cuando se dio cuenta que el supuesto atacante era mucho más alto que el, lo que implicaba que sus piernas fueran más largas. Supuso con seriedad que lo podría alcanzar en menos de cuatro pasos. De todas formas, tenía que intentarlo. Finalmente, corrió como si su vida dependiera de ello, pues realmente toda su vida ahora colgaba de un hilo.

En un intento desesperado por escapar de las garras del león miró inútilmente hacia atrás...no había nadie que lo siguiera. Aturdido por no encontrar nada, se dio la vuelta avergonzado por actuar de una manera tan irrespetuosa frente a alguien que solo tal vez quería ayuda para algo, pero para su sorpresa, el ahora si verificado atacante, se encontraba frente suyo.

"Soy alguien a quien jamás olvidarías" habló con su gélida voz.

Sin esperar otro segundo más. El muchacho con tez pálida le dio un brutal golpe en el estómago con el bate, haciendo que el segundo se retorciera de dolor en el suelo, agregando toda la sangre que ahora salía a borbotones de su boca.

Marco intentaba defenderse a como dé lugar, pero era en vano. Hasta en esta situación le resultaba cómico el hecho de que el agresor era muy fuerte a pesar de su delgadez.

Cuanto lo odiaba Marcos.

Pero lo que más detestaba en aquel momento era el no poder hablar y preguntarle por qué le hacía todo esto. ¿Quién demonios era él?

Sin dejar que otro minuto más pasara, el agresor agarró a Marco del cuello de su camisa y lo apuñalo en su estómago con un cuchillo que había sacado de sus botas militares negras, recién lustradas y ahora con pequeñas gotas de sangre. Finalmente, ya aburrido por el lloriqueo y suplicas del débil profesor de educación física, el brutal asesino trazó una línea con el cuchillo desde la garganta hasta el ombligo de Marco, haciendo crujir su perfecta piel morena.

Un olor pestilente inundó la burbuja que envolvía al agresor y a la víctima, ese olor que tanto le gustaba al maníaco. Olor a sangre viva, acompañado con el de la muerte.

"Y vendrán muchos más" pensó en voz alta el criminal a sangre fría.

INTO.UWhere stories live. Discover now