El cuento relata la historia de un joven que por causa de un golpe pierde la noción del tiempo y se empieza a imaginar cosas relacionadas con un negro.
Nabo después de un fuerte golpe con una herradura en la frente, aparece en una caballeriza como si estuviera dormido, mientras estaba allí adentro escucho las voz de alguien que provenía afuera de la puerta cerrada, diciéndole que había dormido demasiado.
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Nabo recuerda que todos los sábados en la noche iba a la plaza, no para escuchar la música sino para ver al negro que tocaba saxofón, pero este no lo veía a él. Un sábado el negro no apareció y al siguiente tampoco pero Nabo tenia la esperanza de verlo de nuevo al ver el atril allí. Lastimosamente el siguiente sábado no estaba ni el negro ni el atril, pero un hombre que aparece a su lado y le dice que ha venido a buscarlo para que pertenezca al coro ya que Nabo le gustaba cantar y cantaba cuando peinaba a los caballos estando con la niña de la casa que se quedaba sentada mirando a la pared.
Pasaba el tiempo y el seguía acostado en la hierba, el hombre que lo buscaba para el coro era el negro y él le cuenta de que fue el quien causo que el caballo lo pateara para que el entrara al coro, pero Nabo le dice que no tenia zapatos para el coro y el negro le dice de que no son necesarios.
Nabo busco por la caballeriza el peine para peinar a los caballos pero el hombre le dice que ya habían pasado 15 años desde que el lugar estaba cerrado y que el peine no lo encontraría, por lo tanto Nabo sale y pasa al frente de la niña (ella sufría problemas en el habla y también mentales) y ella babeando y girando la manivela de la ortofónica (algo que la ayudaba a la pronunciación) dice la única palabra que era capaz de decir ¡Nabo! ¡Nabo!
