Capítulo 8

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Odio los aeropuertos, el esperar, las filas y las despedidas me ponen de un humor tonto, pero debo viajar a Madrid por órdenes de mi superior. Juan me acompaña para despedirse de mi antes de irse al chill out, hoy tienen fiesta grande al ser jueves, así que la noche se presenta movidita para él en la discoteca. Terminado el check out, nos dirigimos hacia la entrada para la sala de espera, nos despedimos con un largo beso, deseando que pase la semana rápido para volver a vernos.

Juan sale camino del chill out, esta semana ha sido muy lucrativa gracias a la fiesta local, muchos turistas han visitado la ciudad y eso ha sido grandioso para darle más publicidad por consiguiente el dinero entra fluido al tener el local lleno todos los días. Entre cuentas e ideas para explotar más el lugar, se le cruza una idea maravillosa y tiene a Isabella como única protagonista. Adquiere velocidad en la carretera y va a toda potencia con las ideas frescas revoloteándole en su cabeza, de nuevo la pelirroja lo acecha pero esta vez su excitación se convierte en productividad.

Inmediatamente al llegar hace llamar a Melisa, necesita comentarle su idea y darle forma, ella sabe muy bien lo que es necesario para triunfar en el mundo de la noche, por eso es parte importante de sus discotecas. Discuten e intercambian ideas sobre la posibilidad de montar un número exclusivo para Isabella, al estar preparándose para la audición que tendrá en un mes  podría utilizar eso a favor de ellos y por supuesto dar a conocer a su estrella exclusiva, una idea con ganancias para todos. Terminada la reunión, se comunican con ella comentándole la idea, acepta sin pensárselo y decide reunirse con ellos antes del viernes el día que sería el gran día. Melisa se retira al tener todo hablado, quedándose él a solas con Isabella al teléfono

- tengo ganas de verte – le dice

- bueno mañana nos veremos en la discoteca, tenemos que atar todo para tu espectáculo – comenta

- no, quiero verte, no como mi jefe – suena dulce pero ansiosa ante su posible encuentro

- puedo escaparme esta noche, Andrea ha salido de la ciudad y  puedo decirle a Melisa que se quede a cargo de todo en la discoteca – la cita queda pactada para esta noche, se encontraran en su apartamento, ella cocinara para él y podrán relajarse luego con unas copas para después ponerse a escoger la música, los tiempos y la coreografía que utilizaran el viernes.

La tarde transcurre sin ningún contratiempo, todo queda listo para la fiesta de esta noche, en manos de Melisa seguro que saldrá todo fenomenal así que Juan no lo duda y se va a casa. Lo primero que hace al llegar es una llamada para ver cómo ha sido mi día en Madrid y hablarme sobre Isabella, luego de unos minutos cortamos la conversación, es hora de preparase para su cita. Lleva todo lo necesario para trabajar toda la noche, aunque sus deseos de volver a sentir a su bailarina especial le nublan la mente y puede que la noche termine con la temperatura por las nubes.

Tan solo unos días atrás pudo disfrutar de su dulzura en carne viva y ese recuerdo le acompaña todo el camino hacia el encuentro de su vivaz bailarina.

Aparca su coche cerca del apartamento, solo debe caminar unas cuantas calles. Se detiene en el portal y como si se dirigiese a un campo de concentración, toca el telefonillo esperando ansioso la respuesta. Ella contesta con su voz delicada y le abre la puerta, sube el ascensor mientras los nervios le consumen, no entiende por qué se comporta como un jovencito pero si sabe muy bien que esa mujer le enloquece y solo desea poder tenerla entre sus brazos. Ella le espera en la puerta, esta hermosamente sexy, con unos vaqueros ajustados acompañados por una blusa blanca que deja al descubierto sus hombros y le hace un escote precioso. Le recibe con un beso para nada improvisado, lleno de erotismo, suave pero con la fuerza suficiente para saber que ella también le desea

- me moría por besarte – dice ella mientras pasan precipitadamente dentro del apartamento sin dejar de besarse

Sus besos son tóxicos y le envenenan, pero el continua haciéndolos suyos, a la vez sus manos acarician su esbelto cuerpo acercándolo hacia el para disfrutarlo mucho más. No pueden parar, les es imposible tenerse cerca y no disfrutar el uno del otro, los besos se convierten en una larga agonía mientras suplican por dar fin a sus deseos carnales que les ciega

- Isabella, debemos parar sino no podremos preparar nada para mañana – dice con la poca fuerza de voluntad que le queda, antes de que su deseo le consuma

- tienes razón, debemos concentrarnos – sonríe dulcemente y sella con un beso la pasión contenida por los dos

Entre ideas, música y vino se pasan la noche  intentando domar sus pasiones, se centran en su principal pasión, el ver bailar a Isabella creando el mejor espectáculo para que ella sea la estrella que debe ser en la discoteca. Están por terminar, solo tienen que escuchar las ultimas pistas que han preparado para ella. Juan da al play en su ordenador, llenando el apartamento de notas musicales llenas de sensualidad, esto incita a Isabella que sin dudarlo se pone en pie y empieza a moverse al ritmo de la música. El por su parte se acomoda en su asiento para disfrutar del baile intimo que ella le está ofreciendo, observando como un águila cada uno de sus movimientos, cada respiración, cada mirada.

Se mueve como una pluma en el aire, tan delicada pero con tanto magnetismo a la vez que cualquier ser humano se quedaría cegado por su absoluta sensualidad. Sus brazos se extienden como alas en libertad, marcando con ellos el ritmo que sus caderas siguen sin parar. La música está cargada de sexualidad, preparada para retozar en el cuerpo de Isabella guiándola entre sus movimientos que vibran con cada nota. Sus piernas se contonean con total precisión, como las olas que van y viene en las tardes del verano, no se detienen, trayendo entre ellas confesiones que enloquecen ante los gestos de su más ansioso espectador.

La noche vibra gracias a ella, a su baile pecaminoso que le lleva al mismo infierno pero siendo ese el cielo terrenal. Su cabello flota con todas los movimientos que ella consigue, siendo la maestra, su guía. Sus caderas son las que llevan el mando en la pista llevando a los demás a perder el control. La música está a punto de terminar y ella agota cada una de las notas que siguen retumbando en su cuerpo, Juan no se permite pestañear, esta entregado a su belleza y a la destreza de su baile. Un movimiento más y la música se detiene

- ¡impresionante! – se pone en pie aplaudiendo, encantado por el regalo que ella le acaba de ofrecer. Sonríe al verle en pie y se siente realizada ante sus halagos. Se acerca ella – eres asombrosa y el espectáculo será todo un éxito, tú serás un gran éxito –

- eso espero porque cuando bailo, lo único que siento es la música dentro de mí y quiero poder expresarlo de esa manera a todos – se sienta suspirando ante sus sueños, sin perder un ápice de deseo que le causa todavía su amante allí de pie

- podrás hacerlo Isabella, solo tienes que salir mañana y bailar igual que bailaste para mí. Es imposible no querer follarte con esa manera que tienes de conquistarme bailando, eres completo pecado para mí – se arrodilla frente a ella, acerca sus piernas hacia su cintura y la besa desenfrenadamente. La música ha parado pero sus cuerpos siguen en movimiento.

Cuestión De Lujuria III : IsabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora