Capítulo 2: La familia Patterson

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    —¡Me alegra mucho que hayas aceptado el trabajo, amiga! —me dijo una Bess muy animada por el teléfono.

Puse los ojos en blanco mientras giraba en volante a mi derecha para entrar al camino de la casa de los Patterson.

—Sabes que te mataré, ¿no? —le reproché, recordando los "pequeños detalles" que había olvidado mencionar—. Nunca me dijiste que había un chico ciego... y de mi edad.

—Oh, vamos, Scar —Escuché cómo reía—. ¿Hubieras ido si te lo hubiese dicho?

Me tardé en responder, sopesando sus palabras. Tenía toda la razón. Sí, probablemente habría pasado de la oferta si ese detalle hubiese surgido en la conversación.

—En mi defensa, estoy segura de que la baba se te va a salir en cuanto lo veas —dijo, divertida—. Unas amigas que lo conocen me han dicho que el chico es todo un bombón. Personalmente, nunca lo he conocido, ya que dejó de asistir a las reuniones de socios de su padre desde hace tiempo. Habrá que ver para creer, amiga.

Totalmente genial, ahora tendría que lidiar con un aparente modelo en carne y hueso, algo que nunca me había atrevido a hacer en la escuela, pero tendría que sacar las fuerzas de donde no las tenía e intentar soportarlo. Ya había aceptado esto, no había vuelta atrás.

—No creas que ya me contenté contigo —le aclaré, fingiendo disgusto—. Te llamaré luego para hablar sobre lo que harás para compensarme.

—Está bien, Señora Soy Completamente Virgen y Alérgica a los Chicos Ardientes — se burló—. Espero que tu llamada traiga noticias positivas.

Puse los ojos en blanco. Me alegraba saber que yo era la normal de este dúo.

Colgué sin nada más que discutir con ella y puse mi atención en la caja de seguridad frente a la mansión de los Patterson. Ángelo –el encargado—, me había dado la clave para entrar y la había memorizado. El dilema ahora era... cómo rayos debía ingresarla.

Vaya dilema para una cerebrito como yo.

Luego de estar alrededor de cinco minutos discutiendo en voz alta con la estúpida caja que no me dejaba entrar, el señor Patterson se percató de mi presencia y abrió la reja desde adentro.

No saben cuán agradecida estaba, casi pierdo la paciencia.

—Disculpe la tardanza, tuve que resolver un asunto antes de venir —me disculpé en cuanto lo tuve frente a mí.

Él simplemente me sonrió.

—Está bien, imagino que estabas despidiéndote de tu familia.

Sí, una agradable y cariñosa despedida por parte de mi querida madre.

Hoy William vestía totalmente diferente a cómo lucía en la entrevista. Había dejado su camiseta y pantalones deportivos para enfundarse en un elegante traje azul marino. Se veía que estaba en modo negocios.

Estos chicos tenían un padre muy atractivo.

Debería de dejar de pensar en eso ahora mismo.

—Llegaste justo a tiempo, tengo que ir a las oficinas en diez minutos. —Dejó de mirarme por un momento para fijarse en su ostentoso reloj—. Los negocios de familia no tienen vacaciones, ¿no?— bromeó entonces.

Reí entre dientes. No sabría decirle.

—Quería darte las indicaciones personalmente, pero recibí una llamada de último momento, así que Letty te enseñará dónde dormirás y otras cosas de la casa. Debo irme ya, nos veremos más tarde, señorita Scarlett —se despidió, un poco apresurado.

Your eyes ©Where stories live. Discover now