Buena suerte junto a la banda [Parte II]

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Garrett estaba frente al espejo, contemplándose. Con exactitud, él observaba su frente. Era una como cualquier otra, pero ese día le pareció exageradamente enorme. Con mala mueca en el rostro, pasó una mano por su cabello, intentando cubrir su frente con mechones laterales, quienes no querían ceder.

—Garrett —una voz masculina lo llamó a sus espaldas—, entiendo que eres un narcisista, pero pienso que ya tienes demasiado tiempo frente al espejo.

El espejo reflejó a Kennedy, con una cerveza en la mano, y frente a él estaba Tim, también sostenía una.

—Pareces estar nervioso —repuso Tim, dándole un sorbo a su bebida—. Me recuerdas a Pat en su primera cita. Él…

—Preferiría que no lo contaras —le interrumpió Pat, con tono tajante. Para él momento salía de la cocina con una coca-cola de lata y entraba a la sala de estar.

—No estoy nervioso, ni tengo una cita —Garrett aclaró—. Sólo no debí dejarme convencer por John para cortarme el cabello.

Suspiró, a causa de su orgullo lastimado.

A la mañana siguiente, antes de regresar a Tempe, él y John visitaron la peluquería recurrente de Jenny. Y aunque Garrett no estaba muy convencido de desprenderse de su larga cabellera, le confió su cabeza a una simpática chica nueva; claramente, una peluquera inexperta. Hubiese sido tomado como un hecho gracioso, si John también hubiera obtenido un mal corte, pero no fue así. Éste fue atendido por una mujer mayor. Muy a su pesar que no se sintiera afortunado como Garrett, obtuvo mejores resultados que él.

Ya había transcurrido una semana desde el incidente.

Tim tomó las llaves de su auto y salió con Pat a comprar nuevas cervezas, y si lo recordaba, tal vez a comprar el mercado semanal del hogar. Se escucharon largas y pesadas pisadas en el segundo piso, Jared estaba despertando de su siesta. Kennedy se sentó en el sofá frente a la televisión de la sala y tomó el periódico para leer las noticias. Garrett notó que todo había quedado en absoluto silencio y decidió tomar su teléfono para hacer una llamada. Se dirigió a la cocina para tener privacidad, no deseaba que Kennedy escuchara una embarazosa conversación con su madre.

La puerta de la casa se abrió y John entró por ella, dejando pasar a alguien más. Inspeccionó que no había mucha gente en la casa, y se rascó la nuca pensando qué hacer, o decir, a su compañía.

—Oye Trotter, ¿te gustaría una cerveza? —preguntó John.

Kennedy cerró el periódico bruscamente y se dio vuelta, todavía sentado en el sofá, en dirección a John.

—¿Cuándo dejarás de llamarme así…? —Kennedy se vio interrumpido por si mismo. Sus ojos pasaron de John a la chica que negaba con su cabeza a su lado.

Se percató que John dejó de mirarla para luego mirarlo a él.

Éste pestañó sorprendido, había caído en algo.

John colocó su mano en el hombro semi desnudo de Jenna —estaba vistiendo un vestido veraniego con tirantes delgados— y caminaron hasta donde se encontraba Kennedy.

—Kennedy, conoce a mi nueva amiga Jenna —introdujo John.

—Mi nombre es Jenna Trotter —dijo, extendiendo su mano a Kennedy—. Un placer conocerte.

—Hola —respondió un poco aturdido, dándole un apretón de manos—. Mi nombre es Kennedy Brock. Sin embargo, Trotter es uno de los apellidos de mi familia ¿tú y yo no seremos…?

—Oh no, no lo creo —dijo Jenna, con una tímida sonrisa—. No tengo tíos paternos, mi familia es muy pequeña.

—Ya veo —inquirió que John no había apartado su mano del hombro de Jenna, y pregunto apropósito—: Entonces, ¿están saliendo chicos?

Sparkling EyesWhere stories live. Discover now