8. Celos.

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Sus labios se curvaron en una sonrisa y tiró su cuerpo hacia adelante, provocando que mi cuerpo cayera en el colchón.

Apoyó sus manos a los costados de mi cara para no aplastarme y cerró los ojos, besándome de manera tierna.

Por mi parte, dirigí mis manos a su nuca, jugando con su pelo.

Su mano derecha llegó a mi cintura y la apretó posesivamente, aumentando el ritmo del beso, volviéndolo algo caliente.

Mis labios iban al compás suyo y un jadeo se escapó de ellos cuando se separó para ocuparse de mi cuello, lamiéndolo.

Dejó varios besos húmedos por la zona y yo sólo pude cerrar mis ojos, disfrutando de la sensación.

Un leve gemido se escuchó por mi parte en el momento en el que el rubio hincó sus dientes en mi piel, succionando y fue entonces cuando decidí que no iba a tener el control; porque puede que sea virgen, pero no quiere decir que no sepa provocar.

Lo empujé intercambiando posiciones y aproveché que él estaba con el torso desnudo para llevar mi lengua al pezón de mi amigo, lamiéndolo. —Es raro pero sí, sabía que eso lo calentaba por alguna extraña razón.— Sentí cómo su cuerpo se tensaba y sonreí orgullosamente, pasando mi lengua desde la altura de su cuello hasta  el elástico de su bóxer.

Levanté un poco mi mirada para ver con qué me encontraba y él me miraba fijamente con sus ojos inyectados en lujuria, obligándome a que vaya más allá.

Mojé mis labios de manera provocativa y comencé a jugar con el elástico de sus bóxers negros antes de dejar un pequeño beso por encima de la tela en lo que pude distinguir como la punta. 

—Mierda, Lee. Si vas a hacer algo hacelo ahora antes de que te rompa el culo por jugar conmigo. —Solté una pequeña carcajada mientras me colocaba nuevamente encima suyo y junté nuestros labios nuevamente.

Éstos transmitían deseo y desesperación, lo cual me parecía gracioso ya que durante años negamos todo tipo de acusación sobre el típico "Ustedes se traen ganas, la amistad entre el hombre y la mujer no existe sin deseo" y sin embargo acá estamos, manoseándonos para sntirnos más cerca, a punto de tener sexo.

Nuestras lenguas no tardaron en encontrarse haciendo que pierda el mando de la situación ya que él era el experto mientras que a mí siempre me había dado asco el sólo hecho de pensar estar compartiendo saliva con alguien más, pero como siempre, con Luke todo era distinto, tan especial, tan nosotros.

Luego de unos segundos decidí alejarme si quería demostrarle que no a todas las vírgenes nos ponía nerviosa nuestra primera vez, así que lo empujé, notando cómo su vista se nublaba por la excitación.

Mis manos vagaron por mi cuerpo hasta llegar a mi estómago, levantando un poco mi remera y dejándolo a la vista. En cambio las suyas se dirigieron a mis caderas, aferrándose a ellas.

Jugué unos segundos con el borde de mi remera y cuando escuché un suspiro de frustración por su parte supe que era suficiente, por lo que la levanté quitándomela por sobre mi cabeza, tirándola en algún lugar de la habitación.

Su mirada estaba fija en mi sostén y no pude evitar sentirme poderosa.

—Ky, por favor. No soporto más.

Mis manos fueron hacia mi espalda y desabrocharon la prenda color negra rápidamente, dejando mis pechos al aire.

Al igual que con mi remera, la tiré a quién sabe dónde y abrí mis ojos cuando sentí la mano del ojiazul en mi espalda baja, impulsándome a juntar nuestros cuerpos.

My little whore; irwin »matureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora