25: ¡He venido para quedarme!

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Me desperté alrededor de las 12 p.m., me dirigí al baño a hacer mis necesidades. Me mire a el espejo. ¡Dios mío! ¿¡esa soy yo!?

Me encantaría decir que parezco súper modelo y amanecí con el cutis precioso, pero no. No lo soy. Mis rasguños por la puta gata de mierda ahora están morados y muy hinchados.

Bajé, mi hermano menor estaba desayunando, mamá estaba con él.

—¿Mamá? —fruncí el ceño al verla.

—Buenos días Támara —me sonrió.

Le sonreí—. ¿Qué milagro que éstas aquí?

—Pedí vacaciones para estar con ustedes —sonrió.

Mi hermano y yo nos miramos sorprendidos.

—Hey enano, ¿me extrañaste? —besé su cabeza. El asintió eufórico.

Mi mamá rio—. Les tengo una sorpresa —dijo y se levantó.

—¿Qué fue eso? —me preguntó mi hermano menor, Jacob. Ambos estábamos muy confundidos por cómo nuestra madre nos había abandonado.

—No lo sé —dije y me senté a su lado.

—Jacob, ya llegué —dijo la nana, ella nos cuidaba cuándo mamá comenzó a trabajar y yo no la veía desde que me fui a la fraternidad hace seis años.

—¡Alicia! —grité al verla y corrí a ella.

Alicia tenía alrededor de unos treinta y siete años, castaña con el corte a sus hombros y flequillo, ojos celestes precioso, labios gruesos, cejas gruesas, tez morena preciosa y ojos felinos. Era muy hermosa.

Ella me recibió con sus brazos abiertos. Pues había cuidado de mi hasta que entré a la secundaria, y fue ahí donde comencé mi nueva vida en la fraternidad del señor Jackson.

—¡Tamarita, ¿Cuándo llegaste?! — preguntó aún emocionada.

Sonreí—. Hoy en la madrugada —reí.

—Te extrañaba tanto —soltó un suspiró y me atrajo a su pecho abrazándome con fuerza.

Le sonreí y devolví el abrazo a la única persona que me ayudó cuando tuve mi primer período.

***

Estaba en mi habitación, acababa de salir de haberme dando una ducha, estaba más que aburrida.

Salí de mi habitación, no había nadie. Mi hermanito había ido con mi Alicia por mi hermano mayor hasta su escuela (academia miliar) que quedaba a tres horas de aquí. Mi mamá lo había ordenado.

En ése momento tocaron la puerta, me dirigí a ver quién era.

Abrí la puerta.

Mis ojos se abrieron con sorpresa encontrándose con un par de marrón, una sonrisa de oreja a oreja adornada su rostro, su cabello estaba desordenado, pero se veía bien.

—Hola —dijo sonriendo.

—¿Qué hay Dallas? —le sonreí y me recargué en el umbral.

—¿Cómo éstas? —preguntó con una sonrisa de costado.

—Bien, ¿y tú? —pregunté algo confundida por su repentina visita.

—Volviendo a la normalidad —rio. Y por alguna razón, acompañe su risa, pero con un ligero nervio.

—¿Quieres entrar? —pregunté.

En asintió y entró, nos dirigimos a la sala de estar, tomó asiento junto a mí.

Mi inmaduro favorito. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora