El guardian de los chakras

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La partida (Capítulo 1º)

            John Jacob Wick andaba por un camino polvoriento, a unos tres kilómetros de su casa, mientras iba mirando el cielo como si se pudiera aprender algo de él, como si tuviera que decir más de lo que se puede ver. Un cielo azul, con unas nubes, muy ávidas en desaparecer por el horizonte.–¿Dónde irían las nubes al desaparecer? ¿Sentirán mi amor por su belleza?–Pensaba John. A lo lejos se veían como unos viejos sabios manipulaban el chakra dándole distintas formas que incluso a lo lejos se podían divisar, un acto sagrado que perduraba desde siglos atrás.

 El sol golpeaba con cierto carisma, a la par que llegaban unas nubes que traían un aroma fresco. El camino se hacía largo, pero John era una nube. Ya no caminaba, y sabía que en la siguiente curva ya su mente debía ser llenada de muchos pensamientos, conseguir un orden y disponerlo todo para estar preparado por lo que pudiera pasar, tenía una extraña sensación. El camino se dividía alrededor de una fuente, a la que John casi como un lugar sagrado, siempre se paraba a mirarse en el reflejo del agua, donde una forma distorsionada le ayudaba a ver algo diferente de él cada vez. Se acercó como siempre, y asomó su mirada hacia la fuente. Esa nube era un poco más oscura que las que se reflejaban en el agua, piel castaña y un pelo desaliñado, pero con cierto orden y una mirada profunda, como la de los antiguos Yapajaes cuando eran uno con el horizonte, o las águilas cuando noblemente vuelan con su gran ley.

 Tras pasar por su lugar sagrado y comprobar que seguía estando allí, debajo de las nubes comenzó a precipitar sus pasos hacia el lugar donde tenía que llegar. Al llegar solo quedaba por cruzar una carretera y al revolver, allí se encontraba su majestuosa casa, que era como su gran amigo, siempre estaba esperando que llegara él. Sol y sombra por doquier entretejía una amalgama de dibujos en el suelo. Le encantaba mirarlos como si fueran algo misterioso que emanaba del suelo. Entrando por el patio, y dejando la cancela entreabierta, estaba todo en silencio, un silencio demasiado ruidoso, el pecho se le encogía aunque era valiente por su puesto, y además lo sabía.

Algo pasaba, tenía esa sensación y ya le había mordido en el pecho. Apartando la frescura y hermosura del día, algo le olía mal, tenía que averiguar que era. Entró en la puerta, que siempre hacía bastante ruido, por muy cuidadoso que fuera. El sonido hizo un eco, que solo se atrevió a parar cuando entró en el cuarto, donde todos estaban reunidos a la luz del fuego, y como centro el cabeza de familia, con la mirada baja, como si algo malo hubiera hecho. El silencio era algo habitual sobre todo en momentos más meditativos del día, pero quizás eso era demasiado, casi no se escuchaba la respiración de los allí presentes.  Ludwig, padre de John, movió ligeramente la cabeza con gesto de aprobación cuando entraba por la puerta. Hizo intención de hablar, pero su mujer, Theresia, comenzó a hablarle a John, con tono melancólico y desgarrado.–John, tu padre ha caído enfermo, exclamó entre un suspiro.–¿Qué le pasa a papá? Inquirió con impaciencia John, con una mirada casi amenazante.–Tu padre, no puede trabajar, tiene una enfermedad.–parecía como si tuviera que ser exprimida para terminar la frase.–¿Qué tiene?–volvió a preguntar John mientras se secaba el sudor frío de la frente.–No tiene fuerzas, está débil, y no podrá alimentarnos a todos, tenemos derecho a una ración mínima de alimentos, pero lo pasaremos mal, John.

 Todo ello lo decía cuando Ludwig miraba a los niños; dos pequeños, una chica y un chico, parecía como si el mal trago debiera pasar para volver a sus juegos, sin restar importancia al miedo que sentían junto a ellos. Las peores premoniciones se hacían demasiado efectivas y no solo quedaba ahí. Mientras la familia pasaba un mal momento, había que buscar una solución, para solventar la situación. John era totalmente consciente de que su porvenir, su estudio en el oficio, que pronto le esperaba era perteneciente al rango que su padre ostentaba, y de que dejando éste su trabajo solo podría ser autosuficiente y obtener lo básico e imprescindible, tan solo podría estudiar pero dedicando muchas horas para obtener todo lo que necesitara, además para una década donde los cultivos habían sido regulares, o muy malos. Algo se debía de pensar y, como era de costumbre en John, era demasiado rápido pensando como para meditarlo. En ese mismo momento, toda la familia discutía el plan a trazar.

El guardian de los chakrasWhere stories live. Discover now