Capítulo 4.

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Desde que la conocía, jamás pensé en extrañar a Julia, la señora de servicio de mi casa. Literalmente yo la odiaba. Era realmente un fastidio soportar sus continuas quejas hacía mi. «Señora Sarah, debería controlar el comportamiento de la niña Valeria» Era, sin duda, la peor.

Hoy salí antes de clases, tanto así que llegué al apartamento a las diez, y estaba dispuesta a limpiar el lugar, lavar mi ropa, ordenar mi cuarto y quien sabe que otro montón de cosas que me negué a hacer todo lo que llevaba de vida y que ahora debo hacerlas. Extraño a Julia, nunca pensé que diría mentalmente eso, pero la extrañaba. Era un fastidio con patas, siempre me daban ganas de arrancarle el cuello, pero lo cierto es que ahora la necesitaba más que nunca, era tan difícil vivir relativamente sola.

Reemplace la ropa con la que había ido a la universidad por un short y un top pues no había nadie en el apartamento. Sandra probablemente se había ido a la universidad hace unas horas, y la verdad, si estuviese, andar así frente a ella no me incomodaba, ella era mi amiga y yo estaba más que cómoda con mi cuerpo.

Fui directo al cuarto de lavado y secado con la cesta de mi ropa sucia. Luego de poner a funcionar la lavadora, con escoba en mano, empecé a barrer el departamento, pero ya saben, sólo por donde pasa la reina, como solía decir mi mamá. El pensamiento me hizo sonreír.

Estaba terminando de barrer la sala cuando escuché el sonido de una puerta al abrirse junto a un casi inaudible silbido que viene directo hacia acá. Inmediatamente busco con la mirada a la persona que está haciendo ruido. Un chico, completamente desnudo, debo decir, está caminando de lo más normal hacía la cocina. Debí soltar un grito ahogado pues voltea hacía mi dirección.

Cuando se da cuenta de mi presencia pegó un brinco y sin pensárselo dos veces tapa sus partes íntimas, las cuales, gracias a que voltee la mirada rápidamente, logré no ver nada. El chico estaba igual de rojo como un tomate, sin embargo no le duró mucho.

-Valeria, ¿como estáis? -preguntó con una sonrisa de lo más normal, como si esto fuera algo de lo más cotidiano.

-Eh... hola, Roberto. B-bien, creo -respondí sintiendo que mis mejillas iban a explotar de la vergüenza. Intentaba ver hacía cualquier lado menos en su dirección. Hasta el techo me resultaba súper interesante.

-Lamento ponerte en ésta situ... -Fue interrumpido por el grito de Sandra, que llegó sin darnos cuenta.

-¡Roberto! ¿pero que hacéis, gilipollas? Te dije que no salieras así porque Valeria podría verte y no me prestáis atención. Es que definitivamente por cerebro tenéis una polla. Vete a mi habitación -Sandra estaba molesta, furiosa, parecía hasta celosa. Yo entiendo que quiera cuidar lo que es... ¿suyo? No lo sé, aún no entiendo bien su relación, pero en definitiva no tenía que sentir celos por mi.

-Tranquila, nena. Valeria no ha visto nada, ¿no es cierto, guapa?

Se excusaba mientras me veía. Yo sólo me limitaba a afirmar con la cabeza. Me sentía demasiado incómoda, está era la casa de Sandra y aquí, la única que estaba de más no era él, era yo.

-Ya me voy a tu habitación, lo siento por salir así, honey -concluyó y se marchó, suponía, a la habitación de Sandra.

-En verdad lo siento tanto, Sandra, no fue mi intención -empecé a excusarme. No quería quedar como una puta, y necesitaba explicarle -. Yo estaba de lo más normal limpiando cuando él apareció. Te juro que no voltee a verlo en ningún momento, jamás lo haría -agregué-. Eres mi amiga, y el está contigo. Nunca me interesaría por el, y creo que lo sabes porque yo... -fui interrumpida.

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⏰ Terakhir diperbarui: Aug 21, 2015 ⏰

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