Capítulo 2.

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¿Conciliar el sueño? No por mucho tiempo. No en toda la noche. ¿Qué clase de mensajes eran esos que me habían llegado? No lo sé. ¿Quién los mandaba? ¿Habría sido aquél chico? ¿Cómo es que se llamaba ¿Cristofer? No. ¿Cristiano? No lo sé, pero estoy segura que ninguno de esos dos era.

Agarré mi teléfono pues quería ver la hora. Eran las 4:43 am, no faltaba mucho para levantarme así que ¿para qué seguir intentando? Dormir veinte minutos no iba a disminuir las ojeras que probablemente tenía y que se podrían notar a kilómetros. Aunque podría descansar un rato los ojos ya qué había pasado prácticamente toda la jodida noche en vela pensando.

La pantalla de mi teléfono se iluminó en lo que iba a cerrar los ojos. Era mi mamá. ¡Al fin se dignó a llamarme! Contesté de inmediato.

—¡Hija! —No había caído en la cuenta de lo mucho que extrañaba a mi mamá hasta qué escuché su voz, alegre y sonora—. Mi amor ¿cómo estás? ¿cómo te sientes? ¿cómo está todo? ¿cómo te tratan los españoles? —preguntó enredándose con sus preguntas. No pude reprimir mi sonrisa. Ella era así, tan curiosa y protectora.

—Hola mamá, ¿bendición?

Pedir la bendición era costumbre en mi país y era una costumbre que, así estuviese en otro continente, que lo estoy, seguirá siempre en mi. Así había crecido. Así me habían criado. Y así me gustaba.

—Dios te bendiga, mi vida, ¿cómo estás? —insistió una vez más.

—Bien mamá, ¿y tú? ¿y mi papá? —pregunté. Mi papá era alguien que el trabajo y los años lo habían transformado en un hombre serio y poco afectuoso, sin embargo no podía evitarlo, lo extrañaba también a él.

—Todo bien, cielo. No había llamado en un tiempo porque ya sabes como es tu papá. Él temía que hubiesen interceptado los teléfonos y descubrieran tu paradero —suspiró cansada—. Te extraño mucho, mi niña, pero sé que estás segura allá. Estás bien...allá —Su voz se cortó como si quisiera llorar y un nudo se instaló en mi garganta.

Odiaba está situación de mierda. ¡Ay, mamá! Te extraño tanto.

—Está bien, sé perfectamente que aún las cosas no están seguras, pero está bien. Yo también te extraño mucho mami

«Mami», tenía tiempo sin decirle así.

—Ay, mi niña. Hacía tiempo no me decías así. ¿Sabes lo que voy a hacer? Voy a hablar con Leonardo para visitarte el próximo mes —comentó emocionada—. Y me importa un pepino si viene con sus «¡nos van a secuestrar!». No señor, voy a visitarte así tenga que nadar y cruzar el río ése.

—Océano, mami —dije riéndome. Ella era tan...tan ella.

Lo que sea, muchacha, océano, río, laguna, mar, ¡lo que sea! El próximo mes estaremos allá —Afirmó decidida como sólo ella puede ser.

—¿Si, mami? Me encantará tanto tenerlos por aquí —contesté feliz y emocionada. ¡Mis papás iban a venir! Aunque...¡mierda, mierda, mierda! ¡Dios! ¿Qué voy a hacer? Ya no estoy viviendo en el departamento que alquilaron para mi. Mierda, estoy viviendo con Sandra, ¿qué se supone que voy a decir? ¡Me van a matar! Y me van a...¡Cristobal! Así se llamaba el tipo ése. Y estoy segura que deben preguntarse lo mismo: «¿por qué se acordó de su nombre justo ahora?» «¿qué tiene que ver el tipo ése en está situación?» Pues la respuesta es sencilla. Las ideas suelen llegar juntas, desordenadas y de un sólo golpe como siempre, justo como ahora.

—¡Valeria! ¡Valeria Catalina! —gritó mi mamá sacándome de mis pensamientos.

—Estoy aquí, estoy aquí —respondí rápidamente, mi madre solía angustiarse mucho—. ¿Y ése nombre? No recuerdo llamarme Catalina —agregué divertida.

Unknown.Where stories live. Discover now