Capítulo 7

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NOAH

En el coche la tensión se podía cortar con un cuchillo. Estaba furioso, lo sabía, lo había visto en sus ojos.

Entendía perfectamente que no le hiciese ninguna gracia que me fuese un mes entero, pero ¿qué podía hacer? Mi madre había organizado y pagado un viaje, no podía rechazarlo, era mi madre. Siempre habíamos hablado de mi graduación, de la universidad, de cómo iríamos juntas a comprar los muebles de mi residencia, habíamos bromeado diciendo que nos iríamos de mochileras por Europa para poder compartir el último verano mientras aún fuera su pequeña, como ella me llamaba. Una parte de mí quería ir a ese viaje, no quería perderme aquella oportunidad de poder estar a solas con la mujer que me había dado la vida y todo lo que tenía, no podía rechazarla sin más.

A la otra parte, bastante importante también, le dolía el cuerpo solo de pensar en que no iba a ver a Nicholas en cuatro semanas enteras. Yo también había hecho planes, yo también había querido pasar cada segundo del día en su apartamento con él, y más ahora que sabía que pronto iba a tener que empezar a trabajar y que los viajes a San Francisco no durarían solo dos semanas como el último que había realizado.

Lo miré desde mi asiento. Sus ojos estaban clavados en la carretera, sus manos aferraban con fiereza el volante. Miedo me daba lo que estaba cociéndose en su cabeza, pero no sabía qué hacer o decir para que no se enfadase conmigo.

—¿No piensas hablarme? —dije entonces armándome de valor. Ni si-

quiera me miró, aunque vi cómo las venas de su cuello se tensaban al estar apretando fuertemente la mandíbula.

—Estoy intentando no arruinarte la noche, Noah —soltó un segundo después.

¿Intentando?

—Nicholas, no puedes culparme por esto, no podía negarme a ir, ¡es mi madre! —repliqué perdiendo los nervios.

—¡Y yo soy tu novio! —gritó sobresaltándome. Ya estábamos, íbamos a terminar discutiendo y era lo último que había querido aquella noche. Volvió el rostro hacia mí y vi en sus ojos que estaba deseando decirme de todo.

—No hagas eso, no me pongas entre la espada y la pared, no me hagas elegir entre mi madre y tú —le rogué controlando mi tono de voz.

Nicholas aceleró el coche y tuve que sujetarme a la puerta. Entonces entreví el Four Seasons. Una larga fila de coches esperaba su turno para que sus ocupantes se apearan. Después estos daban las llaves a los empleados del hotel para que los aparcaran. Varios de mis compañeros de clase ya estaban allí con sus parejas, y las sonrisas de sus rostros me dieron envidia. La mía ya había desaparecido, para variar.

Nick se detuvo detrás de un Mercedes y se volvió de nuevo hacia mí.

—Si yo tuviese que elegir, siempre te elegiría a ti —declaró con tanta frialdad que se me heló la sangre. Lo miré con incredulidad, dolida por su tono pero sintiéndome culpable por lo que quería decir con eso. Yo no debería tener que elegir entre las dos personas que más quería en el mundo, era un amor distinto, totalmente diferente: amaba a mi madre sobre todas las cosas, pero el amor que sentía por Nicholas era inexplicable, un amor que dolía, que adoraba pero que me asustaba por su intensidad. Bajé del coche y al girarme me di cuenta de que él seguía sentado en el asiento del conductor.

—¿N-no piensas quedarte? —pregunté con voz temblorosa a través de la ventanilla. ¡Mierda!, ya estaban allí otra vez esos sentimientos de abandono, de dependencia... No quería que me dejase, lo necesitaba a mi lado, quería compartir con él esa noche, una noche en la que debería contar con mi novio.

Culpa tuya © (2)Where stories live. Discover now