Entre lo Mágico y lo Real

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Crecí entre cuentos de misterios, espíritus que deambulaban la casa y las llamadas "cosas raras", todas esas cosas que no tenían explicación, o más que no podían ser explicadas, al menos no con la información que antes se tenía

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Crecí entre cuentos de misterios, espíritus que deambulaban la casa y las llamadas "cosas raras", todas esas cosas que no tenían explicación, o más que no podían ser explicadas, al menos no con la información que antes se tenía. Pero a pesar de todos los cuentos y relatos, ficción o no, quedaba la duda sentada en tu cabeza, si existía la posibilidad de que esto fuera real. A veces me quedaba pensando si la "señora de blanco", que se paseaba por la casa, sería en realidad un fantasma, o solo una imagen creada en mi cabeza basada en los cuentos que contaba mi abuela, porque los contaba con tanta tranquilidad que podría uno decir que ya se lo sabía de memoria.

Creo que los mejores años son cuando uno esta pequeña, porque a todo pones mucha atención y todo parece real. Todo lo que uno escuchaba parecía increíblemente tentador, creando en ti la curiosidad por ver estas criaturas de las que los mayores hablaban, ya fuese la "Llorona", "El hombre del Saco", "El duende del armario" o cualquiera otra. No importaba que estuvieras lleno de miedo al escuchar estas historias, ya que era parte de la cultura en que crecí el creer en estas cosas. A pesar de que escuché muchísimas historias y relatos de todo tipo, pocas veces escuché hablar de duendes buenos, o hadas mágicas, o fantasmas amigables, casi siempre estas historias tenían como intensión asustarte y en muchas ocasiones de seguro que lo lograron.

Tenía como siete años cuando tuve la primera experiencia espiritual, le diremos así ya que no podría llamarla paranormal como muchos lo hacen, ya que hoy no creo que haya sido de ningún modo "paranormal". Entiendo que las cosas que no son comunes, y no pueden ser explicadas dentro de nuestro entendimiento son por definición algo paranormal. Pero en este caso, en que mi vida entera ha estado llena de ellas, creo que la palabra paranormal no es la más apropiada, así es que digamos que fue la primera experiencia espiritual de las que yo recuerdo.

He vivido una vida tratando de explicarme por qué me pasan cosas así, cosas que muchas veces no tienen explicación, cosas que no se pueden contar, cosas que te obligan a preguntarte si estas cosas son reales o son solo producto de una mente fantasiosa. Por algún tiempo pensé que lo mejor era dejarlo de lado y no prestar más atención a mis sueños, sucesos, señales o apariciones. Sentí que dejándolo todo de lado podría vivir una vida más tranquila y sin preguntas, ya que la interrogante de siempre era el "por qué" de todo y no se puede vivir así. En el tiempo desestime toda inclinación por este campo, nada espiritual, solo lo real, estudié y me hice profesional. Trabajé en el área de mi profesión, lo cual sigo haciendo hoy y aprendí muchas otras cosas. Sin embargo, a pesar de dedicar mucho tiempo a la casa y el trabajo, lo que me mantenía bastante ocupada, había una constante que no cambiaba, me gustaba mucho estar afuera, rodeada por la naturaleza, los árboles y las plantas, también escuchar el canto de los pájaros y la preocupación por nuestro entorno.

Un día en especial, la vida me dio uno de esos remesones que hacen tu vida temblar y sacar todo de su lugar. Producto de esto me sentí muy agobiada, desanimada y sin ganas de seguir adelante. Sentí que perdía el control de mi vida y que ya no podía continuar, fue como si estuviese rindiéndome después de tanto batallar. ¿Con qué batallaba? No lo sé, pero lo sentía así. Ese día estaba muy deprimida, sumergida en el llanto y los malos pensamientos. Recuerdo que venía de vuelta a casa y a la entrada del estacionamiento, a eso de las 12 del mediodía, y un manto blanco cubría todo. Las calles y las casas parecían hechas del mismo material, había estado nevando todo el día anterior, y ahora la nieve reposaba y la luz del día la embellecía. Mi jardín en el frente de la casa estaba como todo el resto cubierto de blanco. Estábamos a principio de febrero y faltaba mucho más de un mes para primavera, tiempo que es muy bien recibido después de los largos y fríos días de invierno en el hemisferio norte.

Uniendo mí Alma con mí SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora