6. CULPA Y ACEPTACION

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En la oscuridad de la noche, el crepitar del fuego iluminaba apenas el rostro de Gilgamesh, cuyos ojos centelleaban mientras preparaba el campamento. De repente, una voz rasgó el silencio de la noche, una voz que hizo que su sangre se helara en las venas. Este se quedó petrificado, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras intentaba discernir si aquello era real o producto de su mente atormentada por el abrazo nocturno.

El chico tragó fuerte. A duras penas sus palabras se arrastraron fuera de su ser: —Tú

—Hola Gil. —pronunció como si una briza gélida acompañara su aliento.

El hombre cuyo poder de la tierra casi lo había llevado a la muerte emergió de entre las sombras como un espectro de su propio destino. Horrendas quemaduras desfiguraban su rostro y tronco, y la pierna mutilada aun goteando sangre, pero no era el rojo vivo de la vida, sino un negro profundo, como si hubiera sido arrancado de las garras de la gea misma. Era un recordatorio vivo de su sádico final.

—Co como —la horrenda visión no dejaba que sus palabras fluyeran como quería. Las piernas no dejaban de temblar y su estómago se revolvía amenazante. —¿Que quieres de mí? —se forzó a preguntar.

—Que —la monstruosidad delante suyo se vio interrumpida por una violenta tos, semejante más al grito desgarrador de una bestia moribunda a la cual le arrebataron su mañana. —¿Qué quiero? —Su voz, desprovista de cualquier vestigio de esperanza, era áspera como el gemido de un alma condenada. De repente, la terrible aparición colapsó, convulsionando con tos tan violenta que parecía querer expulsar sus entrañas. Un torrente de sangre negra putrefacta brotó de sus labios, oscureciendo aún más la noche con su maldecida presencia.

El asco invadía siempre más al chico, sintió como la bilis le subía por la garganta, este se obligó a tragarla nuevamente.

—Tus heridas —señaló el joven apartando estremecido la mirada.

—Por qué —inhaló ávidamente haciendo un sonido gorgoteante como si sus pulmones estuviesen inundados de líquido. —¿Por qué apartas la mirada?

El chico ignoró la pregunta.

—Gil responde. ¿¡Por qué apartas la mirada!? —espetó con ojos inyectados de odio. —¿¡Acaso no quieres ver los resultados de tus logros!?

Sus palabras resonaban como el trueno maldiciendo los cielos, golpeando con fuerza el alma del joven Gilgamesh, cada una de ellas actuaba como cadenas de hierro, envolviéndolo en una espiral de la más asquerosa culpa, arrastrándolo hacia el abismo de su proprio remordimiento.

—¿¡Crees que si lo ignoras será como jamás haberlo hecho!?

—N no, yo quería

Con movimientos toscos y espasmos antinaturales, avanzó con ferocidad hacia el atormentado joven, hasta que finalmente estuvieron frente a frente. La mirada aterrorizada del chico reflejaba los ojos iracundos del ser ante él.

—¿¡Crees que importa una mierda lo que querías!? —rugió, escupiendo unas gotas de sangre putrefacta en el rostro de Gil. —¡Tus acciones! son las que importan, no tu maldito querer. —prosiguió con vehemencia. —Y tus acciones confirman que tú no eres más que un asesino. Así que dime —su voz se tornó en un siseo envuelto en malicia. —Ten pelotas y confiésame: ¿Disfrutaste asesinar? ¿¡Dime, harás lo mismo con alguien más!?

Su presencia hizo retroceder al joven, quien trastabilló viéndose acorralado contra la pared del carruaje.

—Yo... no quería... —balbuceó, con la voz temblorosa y los ojos llenos de angustia. —¡Fue un accidente! —Las palabras se deslizaron entre sus labios con un peso casi insoportable, cargadas de remordimiento y desesperación.

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⏰ Última actualización: May 05 ⏰

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