Capitulo dos: Una dura prueba.

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Cuando abrí la vieja puerta estuve a punto de colisionar con la pequeña de procedencia latina, me quede en silencio y en pánico, ya que si Vladislaus veía en el cuerpo de su "niña mascota", aunque fuese solo una pequeña marca, mandaría azotar al tipo o mujer causante de ello, era de más decir que Alma era la prisionera favorita de ese vil hombre y que mataría si alguien le hiciese algún daño.

Sin embargo, y a pesar de que no hubo accidente alguno que pudiese lamentar, su sonriente rostro me indicó que no había problemas y llevando mi alteración a un punto muerto me saludó ampliando más esa encantadoras hilera de perlas blancas, su famosa sonrisa, aquella que hacía que el ser más vil de este lugar no se atreviese a tocarla siquiera.

Correspondí de manera caballerosa y pregunté hacia donde se dirigía y una vez enterado que iría a sus aposentos, me ofrecí con tranquilidad a llevarla, ella obviamente aceptó, y n lo personal quería que la acompañase para comunicarle las últimas noticias que se habían colado en las celdas; seguramente se pondrá alegre al escucharlas.

Nos tomamos de las manos; bajamos tres pisos, con dirección a su celda, muchos de los prisioneros y guardias de la siniestra construcción nos veían con desaprobación al andar juntos, muchos nos miraban con celos y los que conocían a Vlad me veían como si de un futuro cadáver me tratase.

Al final arribamos a la celda de Alma, la única que tenía un amueblado perfecto: estaba iluminada por una ventana con rejillas; claro esta que los aposentos de la mascota sexual de nuestro captor tienen que destacarse por algo en comparación con las demás cámaras y por supuesto, esta estaba ligeramente amueblada con bella mueblería victoriana.

—Si gustas puedes recostarte en mi cama—murmuró aquella armoniosa y acentuada voz, proveniente de mi pequeña amiga, así que, para no despreciar su oferta; me lancé sobre su camastro. Al entrar en contacto con sus confortables colchones, lo que eran mil veces mejor que aquellos puestos en los cuartos de los clientes, por esa razón siempre disfrutaba el ejecutar un sublime y decorativo salto sobre su cama.

Algo no andaba bien, usualmente siempre bromeaba de la forma en que me zambullía sobre esa pila de almohadas donde ella dormía, pensé que sospecharía mi plan para escapar de ese encierro de perdición, así que decidí ser directo, sin embargo, cuando iba a gesticular la primera palabra, ella se me adelantó con su armoniosa voz.

—Oye, escuché que esa mujer te quiere comprar—me miró con sus achocolatados orbes, como si me insinuase a que fuera sincero—Ellos no quieren dejarte ir, aún eres el más buscado por las personas que frecuentan este lugar—

Aunque intentase encubrir sus emociones podía notar su enorme preocupación por mi bienestar, su cálida mirada, aún inocente en ese podrido sitio nunca me ocultaba lo que su mente sufría, ocultaba o lloraba e incluso como se preocupaba por cada uno de sus amigos, pero especialmente por mí en cada simple momento.

—No te preocupes, lo calculé todo muy fríamente, esa anciana tiene el dinero suficiente como para comprarles a todos los hombres de acá y creo que hasta podría intercambiarme por todos sus concubinos con tal de tenerme bajo sus garras—murmuré intentando calmarle, sin éxito.

—No es sólo por el hecho de que te usen, me preocupa el hecho que esa mujer cumpla sus más oscuras pasiones contigo, la conocemos muy bien y es uno de los clientes más perversos que visitan este lugar—susurró en un pequeño sollozo que se escapaba como un pequeño suspiro que sale de la boca de un enamorado, sin que ella se diese cuenta.

Me levanté lentamente y la acerqué para susurrarle al oído, algo que siempre la dejaba con un sonrojo tal, que haría palidecer a las mismas rosas de color carmín—Si la anciana me compra, haré que muera rápido para hacerme con su dinero y sacarlos a ustedes de esta pesadilla, y así poder irnos a vivir lejos de este basurero de perdición—

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2015 ⏰

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Crónicas de un juguete sexual, tomo 1: el escape (actualizando muy lentamente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora