lo único que hare es llevarte cada alma que me pidas.

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Necesito compañeros vivos, que me sigan, porque se sigan a sí mismos, y vayan adonde yo vaya»


La bestia iba vestida de pantalones de vestir y camisa negra, parecía la misma parca en su traje lúgubre, los presentes lo miraban con nerviosismo pues podían casi oler su muerte en cada paso. Sus zapatos de charol brillaban tanto que pocos sabían que era con el propósito de tener una excusa por si lo ensuciaban, nadie esperaba un hombre tan alto, ancho y de una cara y brazos llenos de cicatrices menos suponiendo que solo era un segundo. James sonreía desde su asiento claramente mas grande que los demás en la habitación, era su trono, uno hecho con el propósito de dejar en claro varias cosas y cuando siendo el Alfa, este se levanto cediéndolo en dirección al hombre recién llegado los invitados contuvieron un jadeo de asombro. Orión sonreía de boca cerrada, sabia que irradiaba poder y que les había quedado mas que claro a los invitados quien era el rey del juego.

El Alfa Lobo esperaba ver más, pero los cuatro hombres de la habitación eran por mucho meramente comunes a sus ojos y no hablaba de sus rostros. Era fácil analizar que dos de ellos eran meros escoltas. Segundos y no de la clase guerrera. Pero los Alfas que se removían en sus asientos se veían inexpertos, aun el encanecido y mayor, sus manos se veían suaves como si jamás hubiera hecho ningún trabajo y su piel no tenía cicatriz de batalla alguna, ni marcas de sol por trabajo, ni músculos especialmente grandes. Era una mediocridad, parecía un hombre vanidoso con ese cabello blanco meticulosamente peinado hacia atrás y su traje caro pero genérico completamente pulcro, casi podía sentir el olor a pachulí en la sala de ellos. Entonces pudo pasar sus ojos al rubio cenizo a su lado, se veía incluso mas delgado que Milo, no veía ningún atisbo de un cuerpo marcado bajo su traje, detallo con cuidado sus ojos ámbar, su nariz refinada y sus labios perfectamente dibujados Que femenino aún así ambos eran Alfas, mas altos que una persona promedio y se habían atrevido a abusar de su cargo.

—Señores, ha que les debo su inesperada visita —Sus pies subieron en cruz al escritorio, dejándolos sonar estrepitosamente y se permitió recargarse de manera despreocupada sobre el cómodo y ostentoso asiento de su amigo.

El hombre mayor apretó el mango de la silla donde estaba, indignado por el trato de ese guerrero delante de su presencia. Para Slavion cualquier hombre debía doblegarse, el era un León dorado, un rey de la sabana y todo aquel debería arrodillarse delante de él, sin embargo, recordaba porque estaban en aquel jactancioso lugar y tuvo que contenerse, planto una de sus típicas sonrisas hipócritas esas que le encantaban a los idiotas, porque eso eran todos para él incluso su sucesor, quien lo había metido en ese problema primeramente.

—¡Oh! Alfa Astra, lo habíamos estado esperando—Le declaró con un poco de sarcasmo y enojo— Me honra que por fin apareciera, imagino que debe tener un trabajo ocupado puesto que vamos con mas de dos horas de retraso— la molestia de la espera, allí estaba.

Orión miro en dirección a un James muy risueño, recostado cómodamente de la pared a su lado. ¿Alfa Astra? Gigantón bastardo, se estaba burlando de la muerte de los presentes sin decoro alguno. Le agradaba.

— No esperaba su visita señor Slavion, tengo una agenda muy ocupada y una mujer muy demandante. Como sabrá, eso ocupa todo de un buen Alfa— La sorna inundo su voz y la dejo ser despreocupadamente— Ahora, si podría dejarme en claro los motivos de su visita, me apenaría que perdiera mas tiempo por mis percances— sus garras empezaron a jugar contra el mármol, un dedo tras otro. Impaciente. ha orión le cargaban las formalidades de las reuniones entre manadas, pero esta vez, solo esta vez, era como jugar al gato y el ratón.

El joven en la habitación empezaba a enfadarse, Asher no podía creer como un segundo era capaz de hablarles así, a Alfas tan importantes como ellos. Sin embargo su padre le había dejado claro que no hablara si no era solicitado y solo por eso se mantuvo en silencio.

Un zorro para un loboWhere stories live. Discover now