33.

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La primera noche que pasaron en Cadaqués, fue divertida como ninguna otra, Matías estaba tan increíblemente ebrio paras las 2AM, al igual que Lía.

Todo fluía con normalidad, pasaron casi la noche entera en un boliche del centro. Fue al rededor de las 3AM, cuando Lía comenzó a sentirse realmente mareada, tanto, que tuvo que salir para tomar un poco de aire fresco, sin avisar a nadie.

El efecto del alcohol multiplicó con el cambio brusco de clima, el viento frío chocando contra su rostro la hizo terminar de perder por completo, noción de lo que sucedía a su al rededor.

Tenía solo imágenes vagas de alguien cargándola para subir las escaleras de algún lugar. Recordaba un aroma a colonia de hombre muy varonil tan cerca de su rostro, que le revolvía fuertemente el estómago. Se escuchaba a ella misma balbucear cosas que intentaba preguntar, y al fondo, muy al fondo, una voz bastante familiar le repetía una y otra vez "Estás muy mal Lía".

Pero sinceramente, se sentía tan embriagada y perdida, que no le dio ni una pizca de importacia al hombre que la llevaba en brazos a quien sabe dónde. Lo único en lo que podía centrar su mente, era en no vomitarle encima, y poder fijar la vista en algo sin que sus ojos se cerraran.

Cuando comenzó a tomar un poco de consciencia en lo que se veía, se encontraba boca abajo sobre lo que parecía ser un colchón. Podía sentir el calor de su cuerpo ahogarla contra las sábanas, y luchaba por alzar la vista, intentando ver mas allá de las botas que llevaba la persona frente a ella.

No era capaz ni siquiera de sostener su propia cabeza. Mientras se revolcaba torpemente por tratar de alzarse, un saliveo repentino en su boca la hizo ponerse muy alerta. Ahí fue cuando luchó como pudo, hasta llevar la cabeza a la orilla de la cama, y lanzar todo lo que su cuerpo no recibió nada bien.

Para su sorpresa en la alfombra estaba una cubeta que colocó el chico con anterioridad.

Mientras vomitaba sin mucha precisión, su cuerpo parecía estar desintoxicandose a cada segundo, pues dicha acción la hizo reaccionar un poco, y sentirse más centrada.

Cuando terminó, luego de unos minutos, ya era capaz de sostener su cabeza.

Vió muy asqueada lo que lanzó a la cubeta, y de inmediato subió la vista, dándose cuenta de que había hecho tremenda escena, bajo la mirada de Enzo.

Gracias al cielo es él.

Y no alguien con malas intenciones que quisiera aprovecharse de su estado tan deplorable.

-Mierda... -exclama la chica recuperándose de la sensación. Se recuesta en la cama con cierta dificultad, empezando a ser consciente del involuntario temblor que tienen sus músculos.

-¿Qué te pasó? ¿Te sentís bien? -cuestiona Enzo con una preocupación sincera que se nota en su voz. Incluso se inclina a su lado para poner la palma de su mano sobre la frente de Lía, así puede sentir su temperatura- ¿Qué hacías Lía?

Todo seguía siendo muy borroso a su alrededor, Lía no entendía nada, ni siquiera como había llegado ahí. Horas atrás, minutos tal vez, se encontraba con Matías disfrutando de la pista de baile. Y ahora estaba de regreso en el hotel, con Enzo a lado.

-¿De... De que hablas?

-Mírate, estás bañada en sudor, y tu pulso es terrible, ¿Qué te pasó? ¿Te hicieron algo? -exclama tomándola de la barbilla para hacerla mirarlo.

Cuando vio como la chica respiraba pesado intentado controlar su cuerpo, a Enzo le pasaron mil cosas terribles por la cabeza. Sintió una rabia muy grande al primer mal pensamiento, y suspiró mirando a otro lado.

No quería pensar lo peor, pero le hacía mucha lógica si la había encontrado caminando como un zombie por las oscuras y solitarias calles del centro. Enzo la reconoció al instante, y no dudó en acercarse para saber que era lo hacía ahí.

-Creo... Creo que otra vez voy a vomit...

Enzo se apresura a ponerse de pie para alejarse, Lía se alza de un solo movimiento para buscar atinar a la cubeta que tenía a lado, y lo hace.

-Lía, no me contés ahora si no querés pero... -Enzo habla alterado mirando hacia la pared, mientras Lía vomita a su espalda, trata de concentrarse en no escuchar los sonidos que hacía, y se rasca la nuca pensando-. Tenés que ducharte, yo que sé, toma algo, estás mal, no sé que te pasa.

La chica vuelve a tumbar la espalda contra la cama cuando termina, y suspira limpiándose la boca. Una parte de su cabeza siente genuina y hasta tierna la forma en que Enzo se preocupa, parecía aterrado intentado ayudar. Lía quería poder decir que todo estaba en orden, que no había pasado nada grave, pero no era capaz de formular frases muy largas.

-Ducharme... Sí. -se decide por lo que le parece la mejor opción, poniendo las manos a sus costados, haciendo fuerza con ambos brazos para levantarse.

Enzo gira de regreso, y se apresura a acercarse para ayudarla. Lía se sienta sobre la cama teniendo un fuerte mareo, para ayudarla a ver Enzo pasa sus dedos con cuidado por la frente de la chica, despegada de ahí un par de mechones que tenía por el sudor.

La ve con más atención, y más de cerca piensa, que si Lía no fuera tan linda como lo es, seguro le daría mucho asco tener que ayudarla.

-¿Crees poder caminar a la tina? -le pregunta inclinándose a la orilla de la cama sobre una de sus rodillas, para verla más de frente- ¿No querés que te ayude?

Él la sostiene del rostro hablando bajito, seguro se sentía muy abrumada como para usar su voz normal de voz.

Por primera vez, Lía no ve segundas intenciones en una pregunta que Enzo le hace. Así que asiente mientras él coloca uno de sus brazos detrás de sus rodillas, y otro en su cintura, para alzarla con facilidad.

Y cuidado, mucho cuidado.

Lía pasa un brazo sosteniéndose de sus hombros, y después lo mira a como puede. Era otro, no se parecía ni un poco a ese Enzo que disfrutaba revolverle el estómago por los nervios, y se burlaba de ella con cada pregunta que hacía. Ahora lucía concentrado, sin esa sonrisita malvada que tiene siempre en el rostro, luce mucho más gentil.

La habitación no era muy grande, antes de entrar al corredor que los llevaba hasta la ducha, el chico vio el teléfono de Lía encenderse en el suelo, desde ahí alcanzó a ver como "Mati" con un corazón a lado, la llamaba.

Enzo no supo bien si fue por el emoji en corazón, o porque tenía las manos muy ocupadas como para responder, que decidió patear el móvil hasta debajo de la cama.

Estaban ambos ocupados, ninguno tenía tiempo de atenderlo.

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No odien a Enzo 😭

JOB | Enzo Vogrincic, Matías RecaltWhere stories live. Discover now