Capítulo 22: Primera prueba

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Capítulo 22

Escuché cómo dos piernas intentaban darme alcance, y cuando las sentí demasiado lejos, se volvieron cuatro patas. Su corazón resonaba en mis oídos haciéndome querer volver, corrí en varias direcciones para despistar mi rastro y luego fui a lo que más podía, sabía que no era toda mi energía, aún necesitaba sangre.

Corrí hasta que amaneció, incluso después de eso, ya no escuchaba el correr de él, pero necesitaba seguir corriendo, poner la mayor distancia posible entre nosotros. Si hubiera podido, hubiera llorado todo el recorrido.

Cuando la necesidad de sangre fue tan intensa y el sol casi que quemaba mi piel, supe que tenía que detenerme, cogí unos cuantos pájaros y conejos. Y aunque no parecía ser suficiente para mi necesidad, mi pecho se me estrujó cuando los veía inertes, al menos mi razón volvía a dominar mi cuerpo. Con mis manos cavé un agujero para meterlos a todos, sabía que no estaba bien y pedí perdón mentalmente.

Volví a correr evitando pensar, no quería hacerlo, sabía que me volvería loca. Corrí hasta que encontré una cabaña abandonada, era medio día y el cielo se había nublado.

Entré después de verificar que no hubiera alguien allí y vi que todo estaba organizado, había mucho polvo, lo que anunciaba que nadie había estado allí en un buen tiempo. Pero habían varias cosas en los gabinetes, latas de comida (que al instante me dieron asco), además de elementos para limpiar. Vi con alivio que las llaves de agua funcionaban.

La cabaña tenía una cocina, que venia a estar junto a la sala, dos cuartos y un baño, miré mi ropa llena de rasguños y de tierra, y aunque no me sentía sucia, no quería perder la costumbre de mantenerme limpia.

En el gabinete de uno de los cuartos encontré una toalla y ropa, los jeans eran de mi medida, pero las camisas eran demasiado grandes, tomé la que parecía más pequeña y me la llevé al cuarto de baño, al cambiarme cayó suelto el collar que Peter me había regalado, el estomago se me hizo un nudo cuando lo vi, lo tomé rápidamente sin verlo mucho y lo guardé en el bolsillo del jean que me iba a poner. Entré a la ducha tratando de no pensar en ello, el agua estaba congelada, pero yo también así que no hacía mucha diferencia, con jabón quité toda la tierra y la suciedad de mi cuerpo, lo hacía con tanta fuerza como si intentara quitarme mi condición con el agua.

Me puse la ropa interior que llevaba antes y traté con la ropa que encontré, la camisa que había escogido era muy grande para mi, pero si la holgaba de un lado, quedaba a la vista mi hombro y se veía bien. Encontré un cepillo y con bastante paciencia quité todos los nudos que tenía.

Dejé mi ropa sucia y rota en una canastilla en la cocina, después la lavaría, pensé, para luego volver a la habitación, allí había un espejo enorme cubierto por una manta, la quité y vi mi reflejo, quede pasmada, ¿Esa chica del espejo era yo?

Estaba más delgada, mi piel era pálida, mis ojos ya no eran los cafés que solía conocer, ahora eran de color miel intenso, un color bastante hermoso e hipnotizador, mi cabello que antes era un problema de arreglar, parecía acomodarse por si solo. Mi rostro era el mismo, a excepción de mis labios que eran más rojos, cómo si llevara brillo labial, pero en general, emanaba una belleza impresionante, era bastante atractiva, incluso con esa ropa enorme me veía bastante bien, podría estar en harapos y parecer una princesa.

No sé cuanto tiempo llegué a quedarme observando mi reflejo que en ocasiones parecía brillar, no parecí reconocerme a mi misma.

Cuando anocheció, volví a sentir la necesidad de sangre. Cómo si fuera un zombi me dirigí de nuevo al bosque, con mis antiguas zapatillas que aún sobrevivían corrí lejos de la cabaña, no quería cadáveres rondando cerca de lo que seria mi hogar temporal.

Fire & IceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora