Capítulo uno.

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Capítulo uno. 

Isabella Vanderson



La gente siempre habla del futuro.

De lo mucho que depende de ti, de lo mucho que deberías esforzarte para tener uno bueno y feliz.

Lo que no te dicen es que no todos podemos descubrir a tiempo cuál es el futuro que queremos construir y cuál sería el futuro que nos haría feliz.

Sacudo la cabeza mientras camino rápidamente por los pulcros y ruidosos pasillos de la academia Monsieur, es un lugar amplio, tres pabellones de cuatro pisos cada uno conforman la estructura victoriana del lugar, las paredes blancas, contrastan con pisos negros, al final de cada pasillo hay una pared tapizada con múltiples imágenes de egresados de la academia que han ganado premios en concursos o simplemente por el impresionante trabajo que hacen luego de salir de allí, eso solo pone en alto el nombre del lugar y demuestra el buen trabajo que suelen hacer enseñando; por eso la elegí para estudiar repostería, a pesar del enorme catálogo de cursos que tienen.

Es lo único que me ha interesado en lugar de ir a la universidad, así que opté por prestarle atención antes de perder el interés.

En cuánto ingreso en el salón de clases el olor a vainilla inunda mis fosas nasales, la instructora suele ambientar el aula con esto porque dice que hace fluir la imaginación, pues la esencia dulce nos hace imaginar postres que podemos crear, le doy la razón. Es realmente impresionante como un simple aroma puede hacerte imaginar tantas cosas.

—Bella —Heather saluda arrodillada donde se supone que debe ir su trasero en la silla, el modo en el que se inclina apoyando sus brazos en la mesa frente a ella les da una excelente vista de su trasero a los de atrás, arqueo una de mis cejas y ella sonríe ampliamente.

—La manera en que me miras me hace sentir como si no me hablaras a mí.

—La realidad es que cuando digo tu nombre creo que hablo con la Bella de Crepúsculo y no contigo —argumenta mientras acomoda su camisa rosa de botones con el cuello negro, plisada bajo sus jeans blancos que se encuentran bordados por ella en los bolsillos.

—Voy a demandarte por eso—amenazo señalándola con mi dedo índice antes de ocupar mi lugar tras mi propia cocina.

—Puedes hacerlo, seguiré pensando en Bella cada vez que mencione el nombre.

—Pero ya me habrás pagado por eso—Me encojo de hombros atando el delantal alrededor de mi cintura y ella resopla, llevando sus dedos a la melena oscura clásica de su ascendencia oriental.

—Tengo hambre—murmura luego de unos segundos—. Deberíamos pasar por Zundle's al salir.

—¿Hambre en el estómago o hambre de los ojos? —indago levantando las cejas, ríe mientras yo miro alrededor saludando brevemente algunas de nuestras compañeras, solo dos hombres están en la clase ahora, al inicio había más, pero se retiraron hace unas semanas.

—¿Cuál es la diferencia en eso? —ironiza mientras muerde su labio inferior cuando vuelvo a mirarla.

Conozco a Heather desde hace más de cinco años, terminamos la secundaria juntas y, extrañamente, ninguna de nosotras encontró el camino para ir a la universidad, pero, a diferencia de mí, ella ha decidido estudiar una carrera ahora, por mi parte creo que me quedaré solo con esto actualmente.

Esos cinco años han sido tiempo suficiente para saber lo coqueta que suele ser mi amiga, por lo que soy completamente consciente de que sus deseos de visitar la cafetería que se encuentra a una cuadra de la academia no es solo por la comida que ofrecen sino por el barista con quién coquetea constantemente.

El favor más dulceWhere stories live. Discover now