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El día que pasé a tercero de secundaria, las cosas comenzaron a cambiar con Sergio. Me empecé a alejar lentamente de él; empecé a centrarme en otras cosas; empecé a transformar mi manera de ser.

La primera vez que algo cambió entre mi hermano y yo fue en mi décimo cuarto cumpleaños. Sin saberlo, mi décimo tercer año en vida fue el último que celebré junto a Sergio. El resto, lo hice, o fuera de casa, o entre otras personas.

En mi cumpleaños número catorce, Sergio me preguntó si iba a hacer algo ese día. Yo chateaba en una ampliación con mis amigas de la secundaria y lo ignoré la primera vez que me habló.

—¿Jun? —intentó una vez más.

—¿Qué? —Casi grité. Creo que fue la primera vez que le hablé en ese tono de voz; uno que no habíamos usado entre nosotros jamás.

Siempre lo escuchábamos proviniendo de los otros, pero usarlo con él o viceversa, jamás. Por eso es que su cara reflejó la sorpresa y miedo que sintió en aquel momento.

Alcé la ceja, esperando a que dijera algo.

Tragó saliva, dudoso.

—Te estaba preguntando si planeabas hacer algo en tu cumpleaños. Ya es la siguiente semana... Quizás podemos comprar un pastel o algo así —respondió. Estábamos en la sala, o bueno, yo. Él estaba en la cocina, preparando la cena de aquella vez, aunque no impedía que lo viera. La casa no tenía pared alguna, por lo que se podía ver todo en cualquier esquina.

—Lo más probable que es que esté fuera ese día.

—¿Cómo que fuera? —preguntó confuso.

Dejé el celular en el sillón y lo volteé a ver.

—Es que mis amigas están organizando algo para mí. Así que no estaré en casa hasta la noche.

—Oh. —Sergio no supo que más responder. Tal vez nunca pensó en que llegara el momento donde dejaría de pasar mis cumpleaños con él—. Eso es bueno. Me alegro que salgas con más personas. Solo no llegues tan tarde, que también quiero pasar ese día contigo.

Me encogí de hombros. No tenía idea alguna de a qué hora iba a regresar de la fiesta, por lo que tampoco le mentí.

—Okey.

Y regresé a ver el celular, dejando de lado a mi hermano y centrándome solo en el aparato.

Si hubiera sabido en un futuro que desde ese momento cambió, no hubiera actuado como lo hice. Intentaría pasar mis siguientes cumpleaños con él, intentaría ser mejor hermana y amiga con él, intentaría no ignorarlo como lo hacía.

En fin, intentaría hacer todo lo contrario a lo que realmente hice.

✧✧✧

La primera vez que tuve una discusión con él, sucedió pocas semanas después de mi cumpleaños número quince.

Se sabe bien que una fiesta de quinceaños se celebra a lo grande o se realiza un viaje.

Bueno, en mi situación no fue ni una ni la otra. Apenas y tuve un pastel. El caso, Sergio estuvo insistiendo en que él prepararía una fiesta pequeña con su dinero y trataría de trabajar de más para hacer de mi cumpleaños algo inolvidable.

A pesar de que mi relación con mi hermano comenzaba a tener grietas, tampoco era una malagradecida, y tampoco quería que él se esforzara de más por mí. De ahí nuestra discusión.

Cuando él me comentó su idea, me negué rotundamente. No porque no quisiera una fiesta, me emocionaba pensar en tener una, pero no la idea de que él trabajara de más.

—Así que, voy a ir a hacer horas extras para tener un poco más de dinero y lograr pagar las cosas. ¿Qué te parece? —dijo mientras mirábamos una película en la sala.

Lo miré con los ojos abiertos a la par.

—¡Es una pésima idea! —repliqué separándome de él para mirarlo a la cara—. No deberías de hacer eso.

—¿Qué? ¿Tú fiesta? Si nuestros papás no lo hacen, al menos yo lo haré. Mereces tener algo que recordar para tu futuro. No es justo que te quedes sin algo por culpa de esos irresponsables.

Entre más crecíamos, más nos dábamos cuenta de la casi nula relación que existía con nuestros papás. Había días en los que simplemente ni recordaba sus rostros.

Está bien trabajar y mantener a tu familia, pero si tienes la oportunidad, no te sobrepases. De nada servirá tener dinero si el amor no existe.

—¡No! Me refiero a que trabajes de más. No hace falta eso. De verdad.

—Y yo te digo que de verdad mereces una fiesta.

Comencé a enojarme porque era terco y no entendía a lo que me refería. O quizás era que yo no me supe explicar correctamente.

—¡Qué no, carajo! No hagas nada. Ni siquiera pienses en eso. Yo preparo todo, tu quédate de lado. —Sí, quizás fue que no expliqué lo que quería decir. Él entendió todo al revés, que no quería ninguna fiesta ni lo quería a él en ella.

—Pero, Jun...

—No. Punto final.

Me levanté del sillón, ignorando la película que estaba puesta y la llamada de Sergio. Me encerré en mi habitación y no salí hasta la mañana siguiente por la escuela.

No le hice caso en el desayuno y me fui sola a tomar el camión.

También fue la primera vez que comencé esa rutina cuando me enojaba con él. Tal como la última vez que lo vi vivo.

Palabras que nunca te dijeWhere stories live. Discover now