❝You could be the one that I keep❞

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Advertencia: Menciones directas e implícitas de violencia doméstica y automorición.
Aunque no se describe nada de forma explícita sobre el segundo hecho se hace mención a la idea, el cuándo, los motivos y el cómo se abandono la misma. Si alguien prefiere evitarlo puede saltarse la lectura desde: "...pero los últimos tres años se volvió peor de lo que era" en la conversación final del HuaLian hasta: "El estudiante de segundo año rio. Su amigo podía ser demasiado a veces...".  No se pierde información relevante para la trama en esos párrafos, así que pueden saltarlo sin problema.

Dicho esto, los dejo con su lectura. Suena peor de lo que es, ya que se trata de una breve parte del final, pero prefiero avisar por si las dudas ^-^'
¡Espero disfruten el capítulo!

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—¿Cuál dirías que es tu color favorito?

La voz suave y tranquila de Xie Lian resonó con claridad en la soledad de su lugar secreto. Ese pequeño patio escondido donde se reunieron por primera vez se convirtió en el sitio habitual de sus encuentros, transformándose así en su rincón preferido. Hua Cheng, acostado a su lado en la hierba, giró la cabeza para mirarlo.

—¿Gege tiene algún plan malvado que requiera la información de este San Lang? —le preguntó, dándole esa sonrisa traviesa que tanto llegó a adorar. Tuvo que usar todo su autocontrol para no saltar a reprenderlo.

—Sólo tenía curiosidad. En este tiempo creo que nunca pregunté algo tan básico —respondió en cambio con fingido desinterés.

Era una mentira obvia, pero si su amigo se dio cuenta no lo demostró. El pelinegro simuló meditarlo por unos segundos tras regresar su vista a las nubes sobre ellos. Con sus brazos cruzados detrás de la cabeza como almohada y su tobillo derecho apoyado en su rodilla izquierda flexionada era la viva imagen de una persona despreocupada al máximo.

—El blanco —confesó al final—. Ese es mi color favorito.

Xie Lian intentó no acapararlo con las preguntas que surgieron de inmediato.

—¿De verdad? Pero siempre vistes de rojo.

Hua Cheng volvió a sonreír; esta vez, sin rastro de diversión.

—Tengo otros motivos para eso. No lo llamaría gusto personal del todo, aunque creo que no está mal —añadió, la desgana en su voz era demasiado palpable para ser casual. El castaño decidió no presionar por respuestas.

—Bueno, yo creo que te queda bien. San Lang se ve bien en rojo —dijo con total sinceridad. La carcajada del chico a su lado hizo que su honestidad valiera la pena.

—Y yo creo que Gege se ve excelente de blanco —el joven de grado superior hizo lo posible por no sonrojarse—, entonces ¿la pregunta es mera curiosidad?

—Sí, sí. Nada de qué preocuparse.

El de ojo obsidiana asintió, incluso si no le creía, tampoco hostigaría a esta persona tan especial para él. No mucho tiempo después la hora de su descaso llegó a su fin, de forma que se levantaron del pasto y recogieron los restos de su almuerzo. Caminaron juntos hasta el interior del edificio en dirección al área de salones, una vez en la intersección donde tenían que separarse, el castaño se mostró reacio a continuar. Siempre era así, pareciera que no importaba cuánto tiempo pasara a lado del pelinegro, nunca sería suficiente para él.

Message in a BottleWhere stories live. Discover now