❝Standin' here is all I can do...❞

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Xie Lian llevaba diez minutos tratando de descifrar aquellos garabatos.

Escritos con marcador rojo, la infernal letra parecía una especie de maldición, o quizá, algo redactado en una lengua antigua. Quizá fueran ambos. El joven de cabello castaño entrecerró los ojos, inclinó la cabeza de un lado a otro, e incluso así no pudo entenderlo. Si alguien estaba atentando contra la vida de algún estudiante en el plantel sería bueno saberlo, ¿no? Al menos así podría prevenirlo.

Justo cuando decidió girarse para encontrar un nuevo ángulo que lo ayudara con su tarea, escuchó el sonido de la puerta principal de los baños abrirse. Xie Lian se quedó quieto, escondido como estaba en el último cubículo. Levantó ambos pies sobre la taza para no ser visto desde fuera. Luego, llegaron las voces.

—La profesora Ling Wen es muy estricta, tenemos que entregar el reporte de lectura mañana ¡y lo dejó hoy! —se quejó alguien.

—¿No tenías ejercicios de cálculo que presentar también? —preguntó otro chico.

—¡Sí! Y tarea de física e inglés —el primer estudiante suspiró —. Supongo que nada de diversión por hoy.

Su plática ociosa continuo, charlando sobre las injusticias de la vida. El sonido del grifo amortiguo sus palabras un tiempo; después, los escuchó abrir la puerta de nuevo. Sus voces se perdieron de forma gradual.

El joven escondido suspiró y bajó las piernas, tal vez él también debería irse, pero la sola idea de abandonar su refugio lo hacía ponerse ansioso. Perderse la siguiente hora no le parecía tan malo. Decidido, regresó la vista a aquellos símbolos plasmados en la puerta del compartimiento; entre la multitud de grafitis y frases escritas con marcador negro resaltaban con facilidad. Le tomó un tiempo, hasta que por fin lo consiguió:

Quiero morir, ponía.

Xie Lian se quedó atónito. Parpadeó una, dos, tres veces, antes de que saliera de su estupor. Esa no era una proclamación agradable. El chico se preocupó, no sabía desde cuando aquel mensaje se hallaba aquí, él lo descubrió porque decidió esconderse de las personas que lo perseguían en el baño, pero ¿y si este alguien lo escribió hace meses? ¿Días? ¿Qué tal que hizo algo imprudente en ese tiempo? No había forma de saberlo.

Por supuesto, la gente le diría que no es asunto suyo, que eran palabras al azar que cualquiera pondría si estaba aburrido. Era sólo que... había algo en esa escritura. Tal vez fuera por el color vibrante o la forma en que se marcaba demasiado, como si la plasmaran con fuerza y enojo. Con desesperación.

El castaño hizo una mueca; entonces, rebuscó entre sus cosas hasta sacar un corrector blanco de plumín y garabateó una respuesta a lado de las letras rojas: ¿Por qué querrías eso? Su pulcra escritura contrastaba bastante con la ajena, esperaba que eso sirviera para identificarla.

El estudiante regresó todo a su sitio, luego, se incorporó del inodoro y colgó su mochila al hombro. Salió de los baños en dirección a su clase, sus problemas anteriores ya no le parecían tan importantes. Todo cuanto podía pensar ahora era en el dueño de aquella letra infernal y en si se encontraría bien.


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Le tomó una semana conseguir su respuesta.

En todo ese tiempo Xie Lian revisaba de forma constante el cubículo, aguardando por algo. Cada día entraba con la esperanza de ver más garabatos extraños, y cada vez se decepcionaba al no hallarlos. El chico temió que esta persona hubiera hecho algo drástico.

Message in a BottleWhere stories live. Discover now