Capítulo 5 - Celebración sin compromiso

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5 | Celebración sin compromiso

Daphne Barlow

Las buenas noticias son que nadie nos trata mal o diferente por ser parte del instituto rival, aunque tampoco debería sorprenderme cuando reconozco a personas de mi curso entre el grupo. Johanna también los reconoce, porque me hace pedir ir con aquellos a los que conocemos en uno de los coches.

Lo que perjudica ligeramente mis planes.

Cuando llegamos al lugar no puedo decir que esté completamente sorprendida, pero sí que es una de las peores ideas que alguien podría haber tenido. De todos los lugares en los que podrían organizar la celebración han elegido el patio de nuestro instituto.

Celebrarlo en "casa" del equipo que ha perdido.

Quizás por eso hay tantos rostros conocidos por aquí, porque quieren que el mensaje llegue. Si esa es la razón, van por buen camino porque dudo que haya algo que, a James y su equipo, pueda cabrearles más que esta forma de invadir su espacio.

—Podrían arrestarnos. —Johanna se mueve inquieta cerca de la verja de nuestro instituto que los demás han empezado a saltar. Hay una zona, cerca del muro del aparcamiento, por la que es fácil pasar. Claro que eso no evita los intentos fallidos de más de una persona—. Esto está mal.

—No va a pasar nada.

—Si nos pillan aquí...

—Diremos que nos hemos olvidado los apuntes para algún examen importante. —Pongo las manos para que ella pueda usar ese punto de impulso y subir más fácilmente, pero no lo hace—. Hay más posibilidades de que llegue la policía a las fiestas en casas de amigos por quejas de ruido que a que vengan aquí. Estaremos bien.

Más personas pasan al otro lado y cada vez somos menos quienes quedamos aquí. Cerca, uno de los chicos del equipo está pasando botellas hacia otro que espera arriba para dárselas a un tercer chico al otro lado. Tienen más cuidado con el alcohol que con ellos mismos cuando saltan.

Prioridades.

—Vale, pero no me gusta esto.

Johanna apoya por fin el pie en mi mano, se agarra a la verja y le ayudo con algo de impulso para que pueda llegar a la parte más alta. En cuanto lo tiene, pasa al otro lado sin mucho problema.

Llego a su lado poco después.

—¿Quién iba a decirnos que querríamos venir al instituto sin que nos obligaran? —mi comentario cae en saco roto con ella—. Sabes que esto lo han hecho mil personas antes que nosotros, incluyendo los de último curso el año pasado. No pasará nada, Jo.

—Eso no lo sabes.

Echa a andar por delante de mí.

Algo frustrada, voy detrás.

—Puedes quedarte o podemos irnos, no voy a echarte nada en cara, pero elige algo con lo que no vayas a estar de mal humor porque eso solo va a hacer que terminemos las dos de mal humor.

—Quiero quedarme —decide tras unos segundos.

—¿Estás segura?

—Sí.

—Vale, entonces vayamos a pasarlo bien.

Por su forma de dudar realmente espero que haya elegido bien, porque no he mentido al decir que podríamos terminar las dos de mal humor en caso contrario. Lo siento, pero no estoy para aguantar malas expresiones durante horas. No puedo.

Las mentiras que nos atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora