● 6 ●

66 15 7
                                    

Louis estaba realmente agradecido por recibir el alta médica. No más comida de hospital ni revisiones de rutina. Y no es que detestara los nosocomios, pero prefería trabajar y salvar vidas, no ser un paciente.

Llamó a su madre por consejo y un poco de presión por parte de Rachel. Y tuvo que fingir un dolor de cabeza para finalizar cuanto antes la llamada. Su madre se escuchaba alterada y preocupada a la mención del accidente que sufrió en la carretera; no pensaba que la primera reacción de su madre sea ir cuanto antes al hospital, pero así lo hizo.

Observó a su madre ingresar a la habitación casi a trompicones. Ella no dijo nada hasta llegar a la cama y abrazar a Louis; había pasado al menos cinco años desde que lo veía en persona. Lo siguiente fue escucharla sollozar mientras acariciaba su rostro. Sin embargo, Louis se negó a entablar esa conversación que estuvo retrasando en todos esos años. No en una habitación de hospital, no en ese momento.

Su madre comprendió el silencio de Louis, así que hablaron lo necesario de su estado de salud y un poco sobre el extenuante trabajo en Londres. Después de eso, decidió irse, diciéndole cariñosamente que lo esperaba en casa, que en verdad esperaba verlo ahí. Tal vez así podrían hablar. Él aceptó con una sonrisa y dejó que su mamá lo alimentara como si fuera un niño, dándole cucharadas de la gelatina que le trajeron en el almuerzo. Ella sonrió satisfecha al ver los recipientes vacíos.

No estaba seguro en cumplir con el compromiso de ir a casa, pero lo estaba pensando y eso era algo. Era un gran paso.

Louis miró el reloj en la pared y luego observó el pequeño bolso sobre la cama recién hecha. Resopló con cansancio y se dejó caer en el sillón; parecía -era- un desesperado queriendo huir de la clínica y aún faltaba una hora para que Rachel pasara por él.

Lo único a lo que pudo recurrir en ese momento fue tomar el celular nuevo que su amiga le ayudó a conseguir, porque el otro ‐según un técnico que lo revisó-, no tenía reparación. Podía pasar el tiempo personalizando el aparato, sus aplicaciones y agendando sus contactos. Y lo hizo, en un tiempo más corto del que le gustó apreciar en el reloj; solo veinte minutos y el celular estaba listo.

Sin nada más que hacer, decidió sucumbir a lo que consideraba era su absurda curiosidad. Al final si revisó su correo, pero no encontró ninguna notificación de su interés. No encontrar la respuesta a su carta fue un poco decepcionante, pero sabía que era lo mejor.

—Esto es deprimente. —dijo en medio del silencio de la habitación.

Y no lo aguantó más, agarró su bolso deportivo y guardó su teléfono en el bolsillo de su chaqueta. Estaba listo para irse.

Antes que siquiera observara la puerta, el ruido del pomo siendo removida lo detuvo. Esperaba que fuera su doctor de cabecera o alguna enfermera. No fue ninguna de esas opciones.

Louis boqueó y retrocedió un paso al ver a Harry entrar a la habitación. Lo reconocía, no solo por la foto de la invitación a esa boda -la de la publicación en Facebook-, incluso si pasara una vida podría reconocerlo. Su corazón se contrajo cuando lo escuchó llamarlo por su nombre.

—Louis... —repitió Harry, buscando un poco más de serenidad para toda la inquietud que tuvo que dejar al cruzar esa puerta.

—H-hola —contestó después de un largo minuto—. Trabajas aquí, no lo habría pensado —agregó con nerviosismo—. No pensé que estudiarías medicina. Bueno, lo que quiero decir es que-...

—Sí, descuida —le interrumpió—. Entiendo tu sorpresa.

Louis asintió repetidamente con una sonrisa "tranquila" y forzada.

《𝙎𝙞𝙢𝙥𝙡𝙚𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙏𝙤𝙧𝙩𝙪𝙜𝙖𝙨》Larry StylinsonWhere stories live. Discover now