Capítulo 2: Su familia

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Las luces llenaban las calles, deslumbrándola. Ella amaba esas luces, amaba esa época, pero aquello no le ayudaba a encontrar a sus amigos, que era lo importante.

En mitad del gentío que se apelotonaba en las avenidas, la mente de Nadia se trasladó a hacía unos meses, cuando había caminado en el barullo, como entonces, solo que en un nuevo colegio.

Un nuevo colegio en el que le iría tan mal como en el anterior.

Nadia no pensó que nadie se fuera a fijar en la bulímica de la chica nueva, casi lo esperaba por miedo, por lo que en el recreo buscó un rincón a la sombra, oscuro y vacío en el que ni molestaría, ni sería molestada.

Pero ocurrió que sí se fijaron en ella. Un chico se le había acercado. No hablaron, solo se miraron durante un buen rato, analizándose mútuamente, el chico sonriendo, y ella con un temor casi animal, como si de un ratón junto a un gato se tratara. Al final, él solo amplió su mueca y se fue. Nadia pensó que había decidido que era demasiado extraña para él, y, teniendo en cuenta las singularidades del chico, con sus chapas de nombres de grupos y ropa vieja y extraña, casi debiera sentirse insultada, aunque en realidad era normal que no quisiera su compañía. Sin embargo, al día siguiente, el chico volvió, y no solo, sino con amigos. Jacinto, se llamaba. Le presentó al resto de su pandilla y le ofreció una chapa. "Stranger Teams", ponía. A Nadia esto le pareció extrañamente adorable.

Fue el primer grupo al que perteneció y en el que se sintió incluida.

Al poco, parecían conocerse de toda la vida. Fue él, Jaz, al primero que le contó de su bulimia, quien le consiguió un psicólogo en secreto y le ayudó a salir de ella. Él fue quien le enseñó que siempre hay una razón por la que reír, una razón por la que sonreir y ser feliz, que siempre hay alguien que se preocupará por ti, y se lo demostró al enseñarle su grupo. Los demás, los otros chicos, le cambiaron la vida. Fueron lo mejor que le pudo haber pasado: Lena, que apreciaba sus dibujos y le ayudaba a mejorarlos; Jorge, que cuando tenía un mal día la escuchaba siempre; Marta, que siempre le echaba una mano con los deberes, y Xenia, arisca pero simpática, era alguien que la defendía siempre.

Su familia. En dos años aquellas personas le habían cambiado la vida, habían puesto su mundo cabeza abajo, habían trastocado todo, la habían hecho cambiar a mejor. Ahora era más abierta y sincera, dibujaba mejor, y se esforzaba siempre. Ellos también habían cambiado bastante, y se habían querido como hermanos.

Habían sido más cercanos a ella que sus propios consanguíneos. Sabían más de ella, le habían ayudado más... Y le habían demostrado que la querían más.

Sí, sus padres la querían, pero... No se lo habían mostrado de la manera más apropiada. De no ser por ellos, no estaría en aquel lugar en ese momento.

Claro que como cualquier familia, sus amigos y ella habían tenido sus momentos oscuros, pero...

Una luz cegadora la sacó de sus pensamientos: había llegado a su destino.

Pero quizá ya daba igual.

Porque en ese instante en que el mundo explotó de alegría, el de Nadia se destruyó.

Navidad en "familia"Where stories live. Discover now