Me hicieron la cola en el bautismo de mi hijo

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Mi esposo escogió como padrinos a uno de sus mejores amigos y su esposa, a lo cual no puse objeción, éste había sido su compañero de trabajo 
El Padrino se llama Hugo y es un hombre de alrededor de 55 años, un poco mayor que mi esposo, moreno, alto y atlético, con un corte de pelo militar, no diría que es guapo, pero tampoco feo, su piel muy bronceada por el sol, músculos marcados por el trabajo, fibroso, no de gym, 
Aunque ya lo conocía por algunas ocasiones que mi esposo lo había traído a casa con otros amigos, no le había puesto mayor atención, pero desde las charlas  preliminares al bautizo noté que se me quedaba mirando demasiado, como analizándome y comiéndome con la vista, algo que me turbó y me excitó al mismo tiempo, pero logré disimularlo muy bien.
Llegó el día del bautizo, el cual se llevaría un domingo a las 12 horas, después del bautizo realizaríamos un pequeño brindis  en el patio de la casa, llegaron todos mis cuñados con sus esposas  así como mis suegros
Nos bañamos temprano, ambos nos estábamos arreglando en la recámara, me puse una tanga de hilo dental de color blanco con encajes que no se marcara mi vestido, medias de color natural, había dejado de usar tacones de aguja para evitar algún accidente al ser madre y llevar cargado a mi bebé, pero para esta ocasión había comprado zapatos de tacón alto, pero grueso, que me hacían sentir segura al caminar con mi bebé, siento que el tacón alto me ayuda a parar más las nalgas y se noten más firmes y redondas, estaba por ponerme el vestido cuando mi esposo me hace un piropo:
- Estás buenísima, amor, no me canso de ver el rico culito que tienes, ya me la pusiste tiesa- al tiempo que me da un beso en la nuca y con su mano acaricia mi entrepierna y roza mi clítoris, una ola de placer recorrió mi cuerpo y di media vuelta, dándole un beso cachondo al tiempo que le acariciaba su verga por encima del pantalón, la cual ya estaba gruesa y larga, casi erecta, a punto de formar una carpa en su pantalón, pero me separé al instante, si no casi seguro nos desnudamos y nos quedamos cogiendo salvajemente.
- Tranquilo amor, no me excites, si no, no vamos a llegar a la iglesia, aguanta hasta la noche, al terminar la fiesta- Le respondí.
Me puse un vestido color perla, de tirantes, arriba de la rodilla, entallado al cuerpo, sexy y elegante a la vez, provocativa sin caer en lo vulgar, un ligero escote en la espalda y pechos, que disimulaba con un chal de lino blanco que usaría en la iglesia.
Me miré al espejo y realmente me veía espectacular, muy sexy, me sentía hermosa y radiante.
Mi esposo me echó un piropo y partimos rumbo a la iglesia con mi bebé
Llegamos a la iglesia un poco antes de la hora, pero había mucha gente, no encontrábamos lugar para estacionar, por lo que mi esposo me pidió que bajáramos en la entrada en lo que buscaba estacionamiento, ya estaban los padrinos en la entrada esperándonos y los saludo a ambos con un beso, al darme el beso Hugo, al ser más alto que yo se agacha y aprovecha para recorrer muy ligeramente sus labios por mi mejilla, apenas rozando sus labios por mi piel, pero suficiente para estremecerme y provocar que mi rajita se humedezca nuevamente.
 terminó la ceremonia, llegó la hora de las fotos, todos se aglomeraron para hacer las fotos en el altar y en lo que esperábamos nuestro turno alcancé a sentir el cuerpo de un hombre que se acomodaba detrás de mí y se repegaba a mi espalda, un bulto caliente rozando mis nalgas, me estremecí, pero pensé que fue algo accidental, pronto me dí cuenta que no, ese bulto regresó y rozó mis nalgas por segunda ocasión, al principio eran tímidos roces, apoyando ligeramente su bulto casi imperceptiblemente y lo retiraba, pero poco a poco agarró confianza y me apoyaba con más fuerza y lo volvía a retirar, empecé a sudar, y no por el calor, me aferré con más fuerza de mi marido, parado junto a mí y no se percataba de lo que un desconocido hacía con su esposa, cerré los ojos, me dejé llevar, estaba disfrutando de la apoyada y levanté más el culo, a fin de sentir mejor la verga situada entre mis nalgas, realmente era un bulto muy grueso, alcanzaba a percibir el contorno y la cabeza de su verga, al ver que me estaba gustando el "jueguito" un dedo travieso recorrió mi entrepierna y rozó mi clítoris, sentí que se me aflojaron las nalgas, apreté los dientes para no lanzar un gemido de placer y me aferré con más fuerza al brazo de mi marido, lo cual provoca que volteé y mire mi rostro, el cual estaba un poco rojo y sudoroso.
- Estas bien?- preguntó
- Si es sólo el calor, me siento un poco agobiada, pero nada grave- respondí.
La fila fue avanzando poco a poco, siempre con ese bulto duro entre mis carnosas nalgas, a cada paso que daba sentía  cada vez más duro, más firme,  esa verga apretada contra mi culo me estaba dando un placer insospechado y empecé a mover un poco el culo hacia atrás apretándome contra la verga del desconocido, que a su vez hacía fuerza hacia adelante y me restregaba su firme herramienta.
De pronto escucho una voz muy baja en mi oreja que me resultó familiar.
- ¿Te gusta, nena?
Todo mi cuerpo se tensó, era la voz de Hugo, el padrino, el que se había estaba deleitando con mi culo, me lamenté por haberme dejado llevar por mi alma de puta e intenté moverme y zafarme, me volteé abrazando a mi marido, escapando de la dura lanza que buscaba perforarme, la cual ahora se restregaba en mi cadera.


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