Cuando me comí una FLECHA en el bus

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Este relato es absolutamente real. Sepan entender que es mi primer relato. Primero los voy a introducir en la historia y después paso al relato en sí.

Paso hace mucho tiempo en mi época de putoncita posadolescente. Yo tenía 18 añitos, pendeja, lindo culito, rulos y lindas tetitas, y me estaba mudando desde la costa a Buenos Aires, era mi primera vez en Buenos Aires y tenía como destino la zona sur del Gran Buenos Aires y para llegar debía hacer un trasbordo; que por estar dormida no hice, por lo tanto llegue a Capital
y no sabía hacia donde debía dirigirme ni cómo hacer para llegar a mi destino.

Sin conocer a nadie sin saber cómo llegar a destino me puse histérica y putié a toda la empresa de micros  por no haberme avisado sobre el trasbordo. Resumen se apiadaron de mi angustia e hicieron que uno de los choferes me alcanzara a destino. Durante ese viaje ya estaba más tranquila, distendida y hasta nos causaba gracia como me había puesto y de cómo los había tratado. 

El chofer re buena onda, cuarentón, caballero. Alto, corpulento de manos y dedos grandes. A mis ojos de pendeja UN HOMBRE hecho y derecho. Para los de él sus ojos creo que yo solo pendeja que estaba perdida en la gran ciudad y que era un caramelito regalado.
Con mucha cancha me saco el celu con la excusa de que la empresa me iba a hacer algún favor por el mal entendido.

A los pocos días me llama con esa excusa y me invita a conocer Buenos Aires. La hago corta terminamos en el telo, cogimos muy rico me dedeo con esos dedos enormes la cola, cada vez que me metía un dedo parecía que me metía una pija. Yo loquita de placer disfrutando del sexo con un 
madurito. Entregada; en esos tiempos sumisa, me dejaba hacer lo que quisiera. Re putita y el un animal en celo con una pendeja culeada por el primer macho que se encontró en Buenos Aires.
Se re aprovecho de la situación. Se volteó una pendeja de culito rico y disfrutó de una boquita hambrienta le apareció de la nada.

Penetrando una pendejita de 18 putona y rapidita. No era dotado, más bien pija chica pero sabía usarla. Yo como dije era mi temporada de putita y veía de una temporada de verano movidita en la cama.
Estuvimos así un tiempo encontrándonos para terminar como siempre en la cama. Noches de telo y cogidas calientes. La calentura de toda una semana que se consumía en el fuego del sexo cada vez que nos encontrábamos.

Tiempo después me encuentro con la noticia de que era casado. Nos dejamos de ver pero siempre me rondó en la cabeza porque la pasábamos bien en la cama. No éramos novios ni nada. Nos encontrábamos y al telo como cualquier pareja que se está conociendo con el agregado y
el morbo de la gran diferencia de edad.

Ahora si lo que quería contar, el relato en cuestión: tengo que viajar a la costa nuevamente y yo sabía los horarios en los que él viajaba como chofer o acompañante, averiguo en que servicio trabajaba mediante un msj que le mande y saco pasaje en ese micro. Era por la noche. 
Yo estaba con un poco de bronca porque no me había dicho que tenía familia y también caliente porque me gustaba coger con él y con ganas de verlo, además de la adrenalina de lo prohibido y la vulva húmeda por los recuerdos.

Me lo encuentro cuando subo y me trata de explicar el por qué de su actitud, discutimos sin dramas un rato el tema y me dice vení que quiero hablar con vos y nos metemos en esos buches que tienen los micros de larga distancia junto al baño, es un lugar destinado para que los choferes descansen en los viajes. Son como cuartitos con puerta debajo de los primeros asientos. El lugar chiquito con un colchón, muy estrecho, a duras penas entra una persona. Una sorpresa ese lugar y la situación.

Ahi hablamos, apretados muy cerca uno del otro, los cuerpos pegados, la calentura de no poder vernos más, el tiempo que había pasado y los recuerdos. 
Nos besamos, sus manos empiezan a tocarme el culito húmedo, la conchita ya tomando temperatura por las circunstancias. Re calientes nos empezamos a poner en bolas con el micro ya en movimiento. 

La calentura de una pendeja putita pudo más que el pensamiento de que detrás y arriba de nosotros el micro iba completo. Me mojo toda no me importa nos tiramos en el colchón y me chupa la concha y otra vez sus dedos enormes empiezan a jugar como de costumbre con mi cola, entran y salen mientras mi lengua se mete en su boca, las lenguas se entremezclan y empezamos a manosearnos totalmente en pelotas los dos. 
Le manoteo la pija palpitante y lo pajeo. Qué calentura por favor!!! Se la aprieto con fuerzas mientras me chupa las tetas. Me rescato de la calentura y le digo convencida - esta es la última
vez que nos vemos. Para qué!!!! Se puso en llamas, entendía que era la última vez que se iba a coger a esta pendeja putita y me dió con todo lo que le quedaba. 

Me cogió todo en viaje a la costa, 5 horas de sexo de despedida, de cogidas , de petes, de leche en la boca y a coger otra vez tratando de no hacer ruido porque el micro estaba lleno. Me la mete en la cola, le encantaba frotarla con la pija, me la rompía siempre y yo sin poder gritar. Me siento arriba de la pija y me coge la cola mientras me tapaba la boca con la mano. Me la saca y me la mete
enfurecido, la pija dura como una piedra que le explotaba. Mi cola abierta como hacía mucho tiempo.

El chofer que conducía sabía y escuchaba lo que pasaba en el buche, me lo imaginaba excitado envidiando a su compañero que lo estaban peteando y más me calentaba.
Nunca chupe tanto la pija como en ese viaje, miradas complices a los ojos mientras se me metía hasta la garganta, la concha roja de  tanto coger y la cola rota por la despedida de mi culito de esa pija que tanto me gustaba comer por atrás con ganas y con furia, porque literalmente me rompía la cola siempre. Lo pajeaba con la cola y se venía siempre adentro mío.

5 horas en pelotas con un micro lleno de pasajeros durmiendo y un olor a sexo caliente en ese cuartito minúsculo. Morbo a full.
Llegamos a destino, la gente se baja en la terminal bajan la escalera y nosotros seguimos cogiendo meta y ponga mientras buscaban sus bolsos.
hasta que el chofer llevó el micro al estacionamiento de la empresa. Sexo en la carretera toda la noche, la boca llena de semen y la cola sintiendo la despedida.
Se la chupo por última vez, nos besamos y nos despedimos. No nos volvimos a ver nunca más ni tuve noticias de él.

Fue la despedida ideal a pleno sexo de una relación caliente para los dos y en su lugar de trabajo. Cada vez que subo a un micro miro esos buches y se me moja la conchita de solo recordar las cosas que pasaron ahí entre un maduro y una pendeja putita. Son esas anécdotas que calientan todo. Empezando por mi cola.
Espero que cuando suban a un micro se acuerden de este relato e imaginen las putitas que se cogen ahi sin que te des cuenta.

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