CAPÍTULO 6: La huida de los inocentes- última parte

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 —No comprendo! ¿Dónde estará mi niña? — dijo con lágrimas en sus ojos Sarah mientras  miraba por la ventana.

—Todo esto es culpa tuya —le recriminó Diego, el 'padre' de Mariam y su marido.

—¿Mi culpa dices? —acercándose a él.

—Sarah, estoy muy preocupado, no sabemos el por qué huyó.

—Sí, lo sabemos, leíste la nota.

—Esas son excusas, William es un buen muchacho.

—¿Crees qué mi hija mintió?

—Creo que ella está con su padre.

—Habla más bajo! Te pueden oír.

—Todo es cuestión de unir lazos, Natalie dijo que se estaba viendo con un tal Zack Cohello ¿No?

—Sí, ¿Y eso qué tiene que ver?

—¿Recuerdas qué una vez me dijiste qué la hermana de Dante estaba en pareja con un importante empresario automotriz?

—Sí, pero fue hace años, cuando la relación era médico-paciente.

—¿Cómo era su nombre?

—Cataleya Hurt.

—No, el de su pareja.

—Ah, Dylan Salvatore Cohello... Diablos! Zack es su hijo.

—Exactamente, no me sorprendería que Dante convenciera a Zack para acercarse a Mariam, quizás busca vengarse de nosotros con ella.

—¿Crees qué ella sabe la verdad?

—¿Por qué crees que huyó?

—Mi pobre hija! —sollozando aún más.

     Lo que no sabían era que Natalie lo había oído todo detrás de la puerta, esta salió corriendo cuando oyó pasos acercarse a la puerta.



     Llegaron a la cabaña:

—Mi tío viene muy seguido aquí por lo que debe de haber comida.

—¿Qué haremos cuándo se acabe? ¿Cuándo se acabe la gasolina?

—Tranquilízate, encontraré una solución.

—Zack... Esta no es la primera vez que huyes de la policía ¿Verdad?

—No es mi culpa que la sociedad no se adapte a mis parámetros de vida.

—Ya me parecía, actuabas muy tranquilo ¿Qué hiciste antes? Antes de lo del callejón ¿Hubo otra historia?

—Eh... Es una... Muy larga historia, entremos.


     Natalie no se aguantaba más todo eso dentro suyo, toda esa información reunida, por lo que decidió compartirlo.

     Llamada:

—¿Hola?

—William! óyeme bien, nos vemos en el parque en cinco minutos.

—¿Pueden ser diez? Estoy muy lejos de allí.

—Está bien, sólo ven.

Fin de la llamada


     Sarah no podía pegar un solo ojo, con una taza de café en sus manos —lo que no la ayudaría mucho pero era adicta a aquella bebida —se dirigió a la sala, todo estaba oscuro, tomó una fotografía donde Mariam —una de cinco años— sonreía junto a Diego.

—Sí tan sólo supieras mi corazón de perla... —recuerdos vinieron a su mente.


—Lo siento, pero esto es demasiado.

—No lo es! —exclamó una Sarah adolescente recostada en la cama de un hospital con una pequeña bebé en brazos.

—No puedo hacerla pasar por muerta.

—Tú no lo harás Diego, yo lo haré, tú sólo llévatela, lejos de aquí, dicen que los bebés perciben la presencia de su padre, temo que Carl esté acompañando a Dante y Mariam comience a llorar.

—¿Qué tiene de malo que la vea? ¿Qué quieres de todo esto?

—Que él sufra lo que yo sufrí.

—¿Y si se arrepintió? Quizás quiere su paternidad.

—Mi hija no es un juguete, hoy no la quiero, mañana sí y pasado la devuelvo, no, mi hija es un ser humano, tiene un corazón y un alma muy pequeñita, no voy a permitir que nadie la dañe.

—¿Quieres qué yo sea un padre para ella?

—¿Qué?

—Sarah en dos meses nos casaremos, mínimo quiero darle mi apellido.

—¿Seguro? Mira que no te estoy obligando a nada.

—Lo sé, pero con el tiempo la amaré.

—Está bien... Te amo.

—¿En verdad la amaste con el tiempo Diego? —se preguntó a sí misma volviendo a la realidad— Nunca le has dado un abrazo, un padre no es sólo un apellido, eso no basta tiene que haber amor y comprensión... ¿Qué te hice hija?... ¿Podrás perdonarme algún día? —dejando la fotografía en su lugar.


     Zack colocaba un poco de leña en la estufa mientras Mariam observaba por la ventana, sentada en uno de los sillones. Comenzaba a extrañar y eso le generaba impotencia, sólo podía resignarse y dejar sus lágrimas caer en silencio.

EL COLOR DE TU SANGREWhere stories live. Discover now