OUIJA

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Soy la primera de mi clase.

De verdad, puedo jurárselos. Aunque no sé cuanto valga para ustedes, ridículos intentos de creación, mi palabra.

El caso, y lo único importante, es que soy la primera de mi clase. Y siempre lo he sido, tanto en términos de llegada al grupo como de calificaciones. Nuestro instructor siempre está felicitándome por mis respuestas acertadas y todos mis conocimientos de historia. Y es que en nuestra profesión debes saber mucha historia, y conocer la Sagrada Biblia de principio a fin.

Saltando esta aclaración y volviendo a la principal, hoy tenemos práctica en un barrio bastante venido a menos: n llegó un aviso de que unos adolescentes idiotas van a jugar a la Ouija en una mansión abandonada, el único rastro que queda de la gloria que alguna vez este lugar tuvo.

¿Conocen la Ouija? Es un pedazo de tabla que bien podría servir para picar carne, pero lo diferente es que tiene una serie de letras y palabras, así como cierto reglamento a seguir, que supuestamente te permite comunicarte con los muertos. Puras habladurías.

Honestamente la práctica no me hace ninguna emoción fuera de lo normal. He tenido muchas noches como ésta que, gracias a mi intervención, han salido perfectamente. Lo único interesante es seguir humillando a Roth.

Roth  es una zorra que está en mi clase, quien cree que liándose con el instructor va a conseguir una aprobación. Aunque la mayoría del tiempo la odio, pues parece disfrutar de jugar a superarme (algo que nunca consigue), a veces me da muchísima pena. ¿Cómo alguien puede caer en las maquinaciones de Lord Arakiel habiendo sido entrenada previamente para...

— No estás escuchando, Amerie. —dice Lord, sacándome de mis pensamientos; los cuales resultan por mucho más interesantes que la introducción que ha estado farfullando desde hace quince minutos, el mismo tiempo que los niñatos al otro lado de la larga mesa de comedor de madera podrida han estado preparándose y convenciéndose unos a otros de que "esto será divertido".

Por supuesto que lo será.

— No necesito escucharle. —suelto, girándome apenas un poco para mirarle por sobre el hombro— Ouija, tabla creada y patentada por Elijah Jefferson Bond, distribuida finalmente por Charles Kennard. —sonrío y vuelvo a ver a la punta de la mesa. Una hermosa joven castaña está sentada allí, guiando a los demás— Conocida por su particular poder —anda, que no puedo evitar el tono sarcástico— para servir de enlace entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Lord está sonriendo, asintiendo satisfecho con aquellos dientes suyos, afilados y perfectos. Lo sé, no necesito verlo. Así como no necesito ver que Roth está haciendo chirriar su horrenda dentadura, molesta por la merecida atención que recibo de Arakiel y de nuestros otros tres compañeros.

Grupos de seis. Siempre. Es norma obligatoria.

— Quiero a la castaña, la que cree que lo sabe todo. —suelta ella, haciendo como si no pasara nada.

Zorra. Sabe perfectamente que yo la quería. Pero no me preocupa demasiado tampoco. Ahogo una risita antes de hablar.

—     Siempre que puedas establecer bien la conexión, es toda tuya, amiga mía.

Me mira de reojo y vuelve a fingir que está entera, cuando yo se que su orgullo está pudriéndose lento. Siempre me salen bien las conexiones, y ella todavía tiene su contador en cero.

Se acerca a la mesa, moviendo las caderas de forma sugestiva. (¿No sabe que no calienta ni a un viejo solitario?). Vuelve su entidad relativamente corpórea, lo suficiente como para subirse a la mierda de madera (supongo que creerá que eso es sexy, aunque resulta poco práctico), pero no tanto como para que la vean sin usar el ojo de vidrio*.

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