Capítulo 7. El ladrón de palabras

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Dormía profundamente, se despertó aturdido y le goteaba saliva de la boca que la tenía amarga. Le vinieron imágenes de la noche en la fogata: Las charlas de sus compañeros, Cicka consolando a Phoebe, Malak el líder de la clase, Tuvnex bailando y Paxt explicando historias absurdas.

—¡Arg! No volveré a beber nunca más.

Se levantó lentamente intentando recordar lo que había sucedido. En la fiesta de la fogata había bebido y se había peleado. Actos que eran impropios de él porque no era lo que solía hacer. De repente, vio cuatro bolsas grandes en medio del dormitorio que no sabía de donde habían salido.

—¡Qué es esto!

Orwell se despertó por si los gritos eran por él. Ashter saltó de la cama para ver el interior de las bolsas. Todo eran libros. Libros y más libros. ¿Los había comprado él debido a la borrachera de anoche? El alcohol había tomado acción a sus más anhelados deseos y había perdido el control. Miró en la aplicación Ayc-Nyc donde se hacían las gestiones financieras en el mundo virtual cuánto se había gastado. No lo podía creer. La mitad de todo el capital que había ahorrado para toda la estancia en Escrayber los había gastado en libros.

Cogió un volumen y leyó el título: «Los cien chistes de Pablo tuerce botas».

Lo dejó en el suelo y empezó a mirar más títulos.

«Cómo peinar una zarigueya»

«En cien años todos tendremos tres piernas»

«Casarse: el primer paso para el divorcio»

¿Cómo había sido capaz de comprar todos aquellos abalorios y baratijas?

«Necesito dinero y no está debajo de las piedras»

«El príncipe desteñido»

Nada le era interesante para leer y había gastado un porrón de dinero en esos ejemplares inservibles. Miró en otra bolsa de compra por si habían libros más interesantes.

«Pescar sin mojarse el culo»

«La luna verde»

«Habló el perro y dijo guau»

«Huir de los cangrejos»

¡Esto es mucho peor! —exclamó desesperado y tomó los libros de la otra bolsa.

«Cómo abrir una puerta»

«¡Libertad! Prohibido leer este libro»

«Los gritos silenciosos»

«Los fantasmas que se asustan al mirarse al espejo»

¡Basta! ¡Basta! No pienso ni abrir la otra bolsa ¡Qué horror!

No podía creer que hubiese comprado todo aquello sin poder controlar sus impulsos. Fue directo a la cama. Aún tenía mucho sueño y el dolor de cabeza no hacía mas que aumentar. Pensó que se había vuelto loco que la bebida de la fiesta le seguía afectando o que había caído mal en la pelea y había sucumbido ahora en la locura. Se tomó una ducha con agua caliente para despejarse y quitarse todas las malas sensaciones del cuerpo del día anterior. No tenía idea de en qué librería o librerías había comprado por la noche. Más despierto fue a la cocina a tomar limonada porque notaba su garganta amarga. Se acercó a la ventana más cercana a observar el paisaje del parque.

Deseaba saber la calificación del relato que escribió en la prueba que les hizo escribir el profesor Meyer en clase. Estaba empezando a amanecer. En su rutina diaria solía levantarse antes de empezar el día para leer. Le daba rabia ver bolsas llenas de libros que no quería por su compra impulsiva y desesperada. Quería leer el libro de Beatriz, pero no lo encontraba y se puso a buscarlo por todas partes.

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⏰ Última actualización: May 05, 2022 ⏰

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