Capítulo 27

1.6K 270 149
                                    


Jaxon ya se a dormido a mi lado; su mano sobre mi hombro, su rostro hacia mi lado.

Hoy era uno de esos días en los cuáles simplemente, no podía dormir. Recordaba todo lo que había sucedido... la mujer de la cabaña, lo que dijo. La forma tan vil y cruel en la cuál quería acabar con nuestras vidas... ofreciéndonos un vaso de agua.

Pienso en todo eso, y la realidad; es que no logro dormir bien.

La cama se sentía espléndida; a pesar de ser tan pequeña, era bastante cómoda. Wesley había encendido la fogata en el piso de abajo por una hora aproximadamente; lo que ayudó a que el granero tuviera aire cálido y tibio para la noche.

Miro a mi derecha; las pestañas largas del chico y su nariz perfilada, hacen que se vea demasiado tierno al dormir.

Lo observo por algunos momentos; viendo lo lindo que es y lo feliz que soy al estar a su lado y de que éste, estuviera al mío.

Me levanto de la cama; haciendo a un lado con mucho cuidado la mano de Jaxon; colocándola sobre el colchón. Éste, hace una mueca, pero no se despierta; así que prosigo deslizándome suavemente hasta lograr ponerme en pie.

Camino hacia una pequeña ventana que está a una esquina de la habitación; miro por ella... todo es mayormente oscuridad. Solo un pequeño farol en la entrada de la carretera que dirige a la granja, es la única fuente de luz cercana.

Apoyo mis dos brazos sobre el borde de aquella ventana; mi mente en blanco.

Luego de algunos minutos; mis párpados comienzan a sentirse pesados y sé, que ése es mi llamado para ir a la cama.

Enderezo mi cuerpo y me estiro levemente; mis pupilas viajan repentinamente a una sombra bajo aquel farol; pero al pestañear, ésta desaparece.

Paso mis manos sobre mis ojos por algunos segundos, frotándolos; vuelvo a mirar, no hay nada. Creo que el sueño y el cansancio del día ya están jugando con mi vista.

***

Antes de que el gallo cantase; Jaxon ya nos había levantado a todos para ir a trabajar en la finca y cumplir nuestra promesa.

Carlos, tenía un ojo abierto y uno cerrado; Sam, el pelo demasiado despeinado y Wesley... bueno, con las sábanas enrolladas en el cuello aún.

Al salir del granero, vemos al anciano de anoche colocándose unas botas de hule en el balcón.

—¡Buenos días! —Dice Jaxon acercándosele. —¿Qué tareas tendría para nosotros? —El anciano termina de colocarse la última bota para luego mirarnos y pararse de aquella silla de madera.

—Buenos días, jovencitos. Me llamo Julio, un placer. —Camina hacia nosotros bajando la pequeña escalera del balcón. —Anoche no tuvimos mucho tiempo de presentarnos.

—No se preocupe. —Jaxon nos introduce uno a uno; el anciano nos saluda. —¿Con qué comenzamos hoy?

—Vengan por aquí.

Los chicos y yo, seguimos al anciano hacia un granero cercano a la casa, uno diferente al que nos estábamos quedando. Éste, tenía algunas gallinas sueltas por el lugar, caballos en sus respectivos corrales y uno que otro cerdito merodeando el lugar.

El hombre, nos indica que podemos comenzar a colectar algunos huevos; otros, a rellenar los comederos de los cerdos y los caballos, también a colocar agua nueva y fresca.

Katrina Wolfrahan ©Where stories live. Discover now