CAPITULO XVII -UNA PARADA EN EL CAMINO II

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CAPITULO XVII -UNA PARADA EN EL CAMINO II

Una cabeza sin cabello alguno se introdujo por el gran agujero que había en la destrozada puerta, sus rasgados ojos oscuros observaban sin pestañear el pequeño habitáculo donde nos encontrábamos, en la  pálida piel  se le notaban las pequeñas venas azules que le surcaban el rostro dándole un aspecto más  tenebroso.

Introdujo las manos a través de la apertura, agarrándose a las afiladas astillas de los restos de la puerta sin demostrar dolor cuando se le clavaban en la piel y comenzaban a sangrar las heridas , en sus extremidades pude notar que sus dedos terminaban en afiladas y oscurecidas garras, aunque en la oscuridad de la habitación no lo apreciaba muy bien.

Poco a poco fue adentrándose en el interior, casi no se le podía distinguir por su negra vestimenta, detrás de él otras dos figuras más le siguieron, esta vez me quedé asombrada ante la belleza etérea  de los dos nuevos  individuos, sus orejas puntiagudas mostraban que no eran humanos, uno de ellos era pelirrojo, con el rostro lleno de pecas, pero aún así no le restaba belleza a su rostro, sus ojos verde hierba  analizaban todo lo que encontraban a su paso,  el otro, era completamente rubio, su piel pálida  resplandecía en la oscuridad, sus ojos azul cobalto  me producían escalofríos en la piel.

 ¿Por qué siempre los chicos malos tenían que ser los más hermosos? , bueno, reconocía que Alex para ser humano no estaba nada mal.

Lüng captó mi atención, me hacía señas con las manos para que estuviésemos preparadas para salir corriendo a la minima oportunidad que se nos presentase, mi madre se incorporó en silencio junto a mí agarrándome la mano.

 El ser calvo se aproximó donde yo estaba, tan cerca que pude oler el mal aliento putrefacto que salía de su boca, retiré la cabeza varios centímetros hacía atrás, no quería que por un descuido chocara contra mí delatando mi posición, mi mamá se asustó tapándose la boca con la mano, sin hacer el menor ruido retrocedió hasta quedar pegada a la pared.

--!Aquí no hay nadie!

Dijo el de los cabellos rubios a su compañero sin más demora.

--¿Estas seguro? El rastreador nos trajo a este lugar.

--Está abandonado y no hay signos de que haya estado habitado durante mucho tiempo.

--No sé Elías, esto puede ser engañoso, él no nos ha fallado nunca.

--Su esencia se está agotando y eso a veces hace que su percepción se confunda, sabes que sucede muy a menudo con estos sujetos.

--Tienes razón, vámonos de aquí, de todas formas no se ven apenas mestizos a los que darles caza, esto se está volviendo un poco tedioso.

--Si, echo de menos los tiempos donde el Rey nos dejaba hacerles de todo.

--Si, buenos tiempos aquellos.

 Señaló al rastreador que estaba casi pegado a nosotras olisqueando a nuestro alrededor, estaba muy nerviosa el rastreador no se iba de nuestro lado impidiendo que nos moviésemos de la pared, Lüng nos miraba desesperado sin poder hacer  nada para ayudarnos sin que se expusiera él mismo, él al fin y acabo era otro fugitivo buscado

por la corte feérica por desertor al rey.

Al fin el tal Elías convenció al pelirrojo para que se fuesen de allí, el rastreador se veía reacio a irse con ellos, que no hacía mas que moverse alrededor nuestra sin dejar de olfatear.

EL SECRETO DE NAIARA(en curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora