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Volví a cerrar de un portazo e intenté recomponerme ante la atenta mirada de Negan.

—Le conoces... —él entornó los ojos y se mordió el labio.

—Sí —afirmé—. Ahora, por favor, ¿puedes dejarnos solos? —las manos me temblaban, pero las escondí detrás de la espalda.

—Si necesitas algo, grita. No estaré muy lejos.

Sacó un cuchillo del interior de su chaqueta de cuero y me lo tendió. No lo iba a necesitar, pero lo cogí de todas formas. Sostuvo mi mirada durante unos segundos y, después, entró en una habitación que había a unos cinco metros de allí.

Me cercioré de que no hubiese nadie más en el pasillo antes de apoyar las manos en la puerta, y suspiré profundamente. "Puedes hacer esto, Olivia", me dije a mí misma. Y aquello fue lo que me dio el impulso para abrir la puerta bruscamente.

Daryl se removió en el sitio, sobresaltado. Le miré desde arriba, sintiéndome superior, porque, aunque fuese solo en aquel momento, lo era.

—Mira donde has acabado —escupí—. En la boca del lobo.

Me senté enfrente de él y empecé a jugar con el cuchillo con la yema de mi dedo índice.

—No estás a salvo aquí —su voz salió ronca.

—Espera, espera —solté una carcajada cargada de ironía—, ¿creéis que sois los buenos?

—¡Ese tío mata a gente inocente! —gritó.

La adrenalina comenzó a recorrer mis venas, y, cuando me quise dar cuenta, el cuchillo ya estaba pegado a su cuello.

—¡No te atrevas a levantarme la puta voz! ¿Me oyes? —quería presionar con todas mis fuerzas y rajarle la garganta—. Vosotros también matáis a gente inocente. En la base de Salvadores había más de sesenta hombres y mujeres, algunos de ellos padres de recién nacidos.

—Tuvimos que hacerlo —su nuez se movió sobre el cuchillo, provocándole un corte no muy profundo.

—¿También tuviste que matar a mi padre? —mis palabras destilaban puro veneno.

—Eran ellos o nosotros, Olivia, lo sabes.

—¿No pensaste en mí ni un solo momento? ¿No pensaste que quizás podría haber estado con él? —retiré el cuchillo y volví a mi interior posición.

—Le odiabas, por supuesto que no lo pensé —se encogió de hombros—. Yo diría que hasta te hice un favor.

Me quedé sin respiración. No había cambiado en absoluto, seguía siendo el mismo cabrón de siempre.

—Te aconsejo que controles lo que sale por esa boca de mierda, porque te recuerdo que la que tiene el cuchillo soy yo, y realmente estoy intentando buscar el poco autocontrol que queda en mi cuerpo para no torturarte como a un cerdo —susurré, clavando mis ojos en los suyos.

—¿Serías capaz? —tentó su suerte, una vez más—. ¿Después de todo lo que pasamos juntos? ¿Después de lo que fuimos?

Me quedé en silencio, pero con una sonrisa digna de psicópata adornando mi rostro. No iba a romperme, no lo iba a conseguir, porque ya no era la Olivia de hace doce años, era una versión nueva y mejorada de mí misma.

—Tú has sido capaz de matar a mi padre —me mordí el labio inferior—, así que no te imaginas de lo que yo soy capaz.

Me levanté, sin apartar la mirada, y cerré la puerta con todas mis fuerzas. En aquel momento tenía la adrenalina por las nubes. Me sentía en el punto más alto de las fases de las drogas, cuando nada importa y nada duele, solo te dejas llevar, independientemente de las consecuencias. Pero, obviamente, todo lo que sube tiene que bajar.

Olivia | Negan and DarylWhere stories live. Discover now