Capítulo 12

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Realizo un rápido movimiento con los pies para dejarla caer de espaldas en el piso

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Realizo un rápido movimiento con los pies para dejarla caer de espaldas en el piso. Antes de que se estrelle, la tomo de la cintura evitando su golpe. Joane se levanta con la mirada furiosa, batiendo su cabello y golpeándome la mano en medio de un berrinche.

—Eres una debilucha.

—No, tu eres demasiado bestia —se sacude la falda del vestido —de todas formas ¿para que sirve todo esto?

—Por si los guardias no están cerca, desde lo que pasó en tu cumpleaños hay que estar más alertas.

—Dijiste que tú siempre me protegerías.

—Y es cierto —me quito la chaqueta y mi hermana se oculta del sol bajo una elegante mesa con sombrilla a nuestro lado, estamos en el gran jardín trasero del palacio —pero puede que un día estés sola, una rebelión, alguien entre a tu habitación, lo que sea. Me gustaría que estuvieras preparada. Yo no estuve preparado y a los trece años me apuñalaron mientras dormía.

—Pero ya no ha hay tantas amenazas como cuando eramos pequeños.

—Nunca se descubrió quienes fueron las personas detras de eso ¿qué te hace pensar que no están por ahí esperando atacar?

—¿De qué me sirve? Los hombres siempre son más fuertes. Además estabas dormido, no podías hacer nada.

—Somos más fuertes, pero puedes ser más rápida o ágil. Eso es lo que estoy intentando que aprendas, además ¿no fuiste tú la que insistió en que las mujeres pudieran entrar al regimiento?

—Ya, para las que lo deseen, yo no quiero.

—Entonces no aprendas, hermanita —me encojo de hombros, alejándome.

No consigo dar muchos pasos lejos cuando escucho su pequeño taconeo acercarse a mí desde atrás,  antes que crea me ha tomado desprevenido, volteo y con el antebrazo bloqueo su ataque en mi cuello, le dobló los brazos con suavidad y en un segundo la pongo de espaldas a mí, con ambas manos detrás de ella sin poder soltarse.

—Presumido —la suelto.

—Dije que fueras rápida y ágil, pero lo primero que haces es tratar de embestirme como un mono trepando árboles.

—Practicar contigo es muy difícil.

—¿Quieres que te traiga a un matón para enseñarte?

—¡No! ¿por qué querría un matón?

—Podría hacerlo, hacen lo que sea por bajar sus años de condena.

—De todas maneras luego los desecharias en la prision de nuevo sin acortar sus años en prision.

—Eso es tan cierto —doblo las mangas de mi camisa y desabotono poco la parte de arriba buscando librarme del calor —no quiero más asesinos rondando por ahí, con una chiquilla a la que dejaste escapar hace años es más que suficiente.

El monstruo de la reina ©Where stories live. Discover now