1: La musa del artista.

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[ todavía no está corregida la historia ]

Las antiguas calles de mi ciudad habían desaparecido, esas amplias y limpias veredas que yo pisaba con mis zapatos de charol cuando era pequeña habían cambiado. Las casas antiguas que siempre admiré, poco a poco se fueron convirtiendo en grandes y altos edificios de varios pisos. Todo había cambiado para mí y por eso he vuelto aquí. Ya no era la niña que corría tras sus sueños, ahora era una adolescente de quince años que buscaba un departamento en esta gran ciudad. Sí, era demasiado joven pero realmente necesitaba vivir sola. 

—Tiene una habitación, un baño y un living comedor —me informó vendedora con un par de carpetas en sus manos—.Si vas a vivir sola aquí, seguramente sea muy cómodo para ti. 

—Esta bien, el alquiler es barato así que me quedaré. ¿Podré instalarme hoy? —pregunté mirando el viejo departamento vacío.Era amplio

—Por supuesto, trae todas tus cosas. Por favor, ¿Puedes repetirme tu nombre? 

—Ada, mi nombre es Ada —dije sonriente, la chica también sonrió. 

  Me resultaba extraño que aquí, la compra de un departamento se hubiera facilitado tanto, pero a mí me convenia. Realmente no tenía tantas cosas para acomodar en el departamento, algunos muebles que estaban en mi antiguo cuarto y mis objetos mas preciados, desde que me fui de casa decidí no depender de nadie y comenzar una vida nueva sin tener viejas cosas. 

   Los chicos de la mudanza me ayudaron mucho y les agradecí, mientras llevaba mi florero hacía mi departamento podía ver lo grande y viejo que era aquel edificio, me hacía acordar a las viejas casas que veía cuando era pequeña. Subía las escaleras ya que no había ni un solo ascensor, trataba de pisar bien cada escalón con miedo a caerme y pensaba en la vida que llevaría en este lugar cuando de pronto escuché unos gritos. 

  Una joven rubia de unos diecisiete años bajaba las escaleras apurada y con una expresión en su rostro de enojo, ella llevaba un vestido negro que le marcaba su cintura y unos grandes zapatos rojos de taco alto. Atrás de ella, tratando de detenerla corría un chico de unos diecisiete años mientras bajaba las escaleras apurado, su cabello era negro de un color azabache y tenía unos ojos verdosos y brillantes. Lo que mas me llamó la atención era que su camisa blanca y su pantalón estaban manchados de pintura, como si el mismo fuera una obra de arte en exposición. 

—¡Marilyn! ¡Espera por favor! —gritó el tratando de detenerla, pero ella no le hizo caso y salió del edificio. 

—¡Olvidate de mi Aquarel! —gritó la chica enfurecida mientras desaparecía de nuestra vista.

 El chico se llevó la mano a la cabeza y despeinó su ondeado cabello, me miro y desvió su mirada para luego subir la escalera y seguir ignorándome. Me quedé sorprendida por la actuación de aquella pareja, pero aún así seguí metida en mis asuntos.  Al cabo de unas horas había terminado de acomodar todo en mi departamento, me senté en mi sillón y empecé a leer el libro que me había comprado en mi viaje. 

     " Las personas somos como una obra de arte en una exposición, nadie puede entenderla realmente pero los que logran alcanzar a leer a travez de ella en realidad, son conocidos o amigos del autor." 

 Me pregunté unos minutos a que se refería esa frase, ¿A caso quiere decir  que el autor les dijo el sentimiento? o...  

 " Solo los conocidos o los mejores amigos pueden saber lo que vivió el pintor mientras pintaba esa obra, solamente ellos pueden saber lo que transcurrió durante su vida mientras la creaba"

 Cerré mis ojos lentamente, me gustaba analizar los libros frase por frase, porque así, entendía mejor todo. El sonido del timbre me hizo abrir los ojos y levantarme de mi amado sillón, abrí la puerta y allí estaba parada una chica asiatica, su rostro y su cuerpo eran tan delicados que daba ternura con tan solo verla. Llevaba el cabello corto y se notaba que se había teñido el cabello de un color rojizo; ella me miraba con sus ojos café y con su delicada sonrisa. 

—Me alegra tener una nueva vecina. Hace un rato terminé de cocinar un pastel, así que te lo traje. -dijo sonriente. 

—Muchas gracias, aprecio mucho esto. Me llamo Ada. 

—Yo soy Yui, un gusto. 

 La invité a pasar y ella se sentó en una de los sillones, le serví café y un pedazo de su pastel. Hablamos un rato de temas de mujeres y contábamos anécdotas, ella realmente era una persona amigable.

—¿Quien es ese chico que lleva toda la ropa manchada de pintura? -le pregunté muy curiosa mientras comía mi pastel. 

—El es Liam, tiene diecisiete años y pinta todo el día, le he comprado varios cuadros porque son hermosos. -dijo Yui tomando de a sorbos su café- deberías visitarle y comprarle uno. 

—¿Publicidad para que venda? -reí.

—No, solo la verdad. -dijo con una sonrisa.

 Al final del día Yui y yo nos habíamos vuelto muy amigas, ella era una persona con la que te sentías muy a gusto. Tengo que admitir que cuando se fue a su depto comencé a extrañarla pero igualmente me acosté en el sillón y miré la televisión hasta quedarme dormida. 

 Los sueños es la mejor medicina que te da la vida

La musa del artista.Where stories live. Discover now