Anécdotas de una guerrera

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— ¡Hey, guerrera! — la llamé entusiasmada por volver a verla.

— ¿Y ahora qué quieres? — contestó de mala gana, volteando apenas para ver quién la llamaba.

— Ouch... Estás siendo un poco cruel, ¿no te parece? — le reclamé herida por su frialdad. Había pasado un tiempo muy largo desde la última vez que cruzamos palabras.

— Solo me buscas cuando estás triste. — me dirigió su comentario como si de una daga filosa se tratase.

— Eso... no es cierto. — intenté negar inútilmente. Aquella persona me conocía mejor que yo misma.

— Bueno, ¿qué ocurre? — quiso saber finalmente, ocultando detrás de aquella mirada gélida una sonrisa de nostalgia.

— Nada... Es que me preguntaba cómo fue que terminamos aquí de nuevo. — exclamé pensativa, liberando mis pensamientos con la libertad que solo estando con ella había descubierto que existía. Era abrigadora la idea de que pudieran existir personas así, capaces de brindarnos apoyo constante sin que siquiera lo supieran. Ella era, definitivamente, la mejor versión de un ser humano que hubiera conocido. Un ave fénix capaz de resurgir cuantas veces fuera necesario. Mi musa. Mi inspiración. Mi propia fortaleza andante. Eso era todo lo que ella representaba para mí. E incluso mucho más.

— Porque eres débil. — sentenció con la frontalidad de un alma como solo la suya podría llegar a tener.

— ¡Oye! — me quejé herida por su conclusión.

— O quizás solo eres bastante estúpida. — retrucó sin medir sus palabras, tal y como siempre lo hacía conmigo. No había necesidad de filtros entre nosotras.

— Eso sí fue hiriente. — le reproché.

— Te gusta sufrir. — contradijo mi regaño sin vacilar.

— Bueno, ya estamos diciendo pavadas. — dije ofendida comenzando a mostrar mis síntomas de ansiedad más notorios.

— No lo creo... — soltó una sonrisa de picardía. Ya estaba demasiado concentrada en el juego de fastidiarnos mutuamente que se había olvidado de seguir con su farsa al ignorarme mientras caminábamos.

— ¿Sabes? Creo que sería buena idea retomar la historia...— confesé casi en un susurro aunque la verdad fue bastante audible para ambas.

— Yo también lo creo... ha pasado un tiempo. — contestó tras unos segundos de sopesar aquellas palabras.

— Eso mismo pensaba — confirmé totalmente perdida entre mis pensamientos—. ¿Vamos por la tercera parte? — dije luego de retomar el hilo de nuestra conversación como si me hubieran dado una patada en el trasero y así volver a reaccionar en este plano.

— Me parece una excelente idea. — contestó mientras volvía sus ojos a los míos con esa mirada que decía que aceptaba el desafío.

Nuestra guerrera favorita vuelve...

Muy pronto: 

La historia de una guerrera III