Seis.

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Tal como había dicho Connor, nos despertamos temprano para ir a la ciudad. ¡Ni siquiera había salido el sol! Por suerte, ellos ya habían guardado las cosas y ahora nos estábamos dividiendo el equipaje, de todas formas Bradley cargaba con la mayor parte solo por voluntad propia, cabe aclarar. Yo estaba intentando hacer que Ben despabilara, todavía seguía medio dormido. 

Abandonamos la pequeña casa que nos había brindado protección por unos días. Antes de llegar, tenía miedo de estos chicos pero ahora compartíamos algo parecido a una amistad, sabía que podía confiar en ellos. Al menos en Connor y Ben. 

—Es un largo camino, no perdamos el ritmo. 

El chico de los rulos me dedicó una pequeña sonrisa antes de darse la vuelta y seguir caminando. Él era se había convertido en nuestro líder, iba siempre un paso por delante y nos animaba a todos. Supuse que eso se debía a el haber tenido que hacerse cargo de su hermano, y ahora no solo de él sino también de mi. No podía evitar sentirme como una carga a veces.

Sentí una mano agarrándome y me asusté, bajé la mirada y descubrí que Ben me estaba sosteniendo.

—¿Sigues con sueño?

Negó con la cabeza mientras bostezaba. Me reí un poco. Me sorprendía lo tierno y maduro que era este niño, no había conocido a ningún niño así antes.

El rubio teñido de Bradley intentaba cargar con todas las cosas, cerrar la puerta y apresurarse por llegar con Connor. Si bien había descifrado cómo eran Connor y Ben, o al menos lo creía así, todavía no podía definir a su hermano. Era muy extraño, en algunas ocasiones era un completo imbécil y otras... Era diferente. Tenía la teoría de que jugaba el papel de chico rudo pero que solo estaba muy triste o confundido. Sin duda, sus vidas no habían sido fáciles.

Caminamos por un rato largo antes de llegar a divisar las primeras casas en el límite de la ciudad. Me sorprendía que no hubiera más gente viviendo en el bosque, la casa del padre de los chicos era la única que había visto. 

—Parece que estamos cerca —dijo Bradley, intentando recuperar el aliento. 

Me tapé la boca para evitar reírme, creo que lo notó de todas formas porque se dio vuelta y me frunció el ceño. 

—Sigamos.

Observé a Connor, le clavé la vista en la espalda. Era un tío alto, lo que lo hacía intimidante y al mismo tiempo misterioso. Al principio había sentido temor por esos ojos tan penetrantes que parecían conocer todos mis pensamientos, sin embargo ahora lo veía como alguien que sabía luchar y resistir, alguien fuerte y seguro. Su cabello siempre estaba despeinado, al contrario que su rubio y raro hermano. Él debía estar peinado las 24 horas del día, sin dudas tenía una obsesión. Bradley también era alto pero más corpulento, y tenía una aura de seguridad en si mismo que se difuminaba en los límites de un más que intenso amor propio. Seguro que su sueño frustrado era ser modelo de Calvin Klein. Las pocas veces que lo había visto sonreír, mostraba todos los dientes como si estuviera en un anuncio de televisión. 

Suspiré. Suficiente tenía con mantenerme en pie y avanzar como para estar analizando la estupidez de Bradley. Después de un rato, llegamos. Y descubrimos que no había nadie en las calles, parecía una ciudad fantasma. 

—No veo agua —dije.

—Se habrá evaporado.

—Síganme —dijo Bradley adelantándose para hacer de guía. 

Nos desplazamos entre vehículos al parecer abandonados y edificios a medio desmoronar. 

—Es aquí.

HuidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora